Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

viernes, 8 de agosto de 2008

EL FACTOR HUMANO Y LAS PRONTAS MEDIDAS LEGISLATIVAS ANTE EL TERROR

La masacre de la Estación Atocha, saldada con casi doscientos muertos y cientos de heridos señala que entre nosotros la ETA no monopoliza el terror. En minutos apenas, el atentado se cobró la quinta parte en vidas humanas, de las segadas por el terrorismo vasco en treinta años. El espeluznante record marca una nueva y masiva forma de sembrar la muerte.

Captar la profundidad de la amenaza demanda nuevos ajustes en nuestra legislación. Las penas por terrorismo precisan actualizarse. Si los que premeditan con alevosía la masacre del prójimo redoblan sus ataques, en nombre de credos bastardeados y patrias crueles, parece lógico que actuemos condignamente.

El fundamentalismo yihadista y otras organizaciones criminales no cejarán en sus despropósitos. Iraq, Afganistán o en días pasados Turquía, prueban que, esgrimiendo causas vinculadas al credo o las desigualdades planetarias, continuarán su escalada de sangre, terror y devastación.

Estas acciones comportan un fenómeno de alcance mundial que afecta a Occidente y sus aliados, del que ningún territorio se libra.

Ante la previsible escalada de violencia nos cabe endurecer las penas por delitos de terrorismo.

¿Significa esto mi acuerdo con el tremendismo de la extrema derecha mediática y la ola europea antiinmigratoria que encabeza Silvio Berlusconi?

Para nada.

Tampoco me atrae en España la declarada politización de las asociaciones de víctimas, si bien estoy más cerca de Pilar Manjón que de los otros. Posicionarse con las víctimas del terror no significa tomar partido en este campo. Basta solidarizarse lo más activamente posible con ellas en lo que les cabe, exigiendo transparencia a los poderes públicos, integren gobierno u oposición.

Aclaro algo importante en relación con el País Vasco. Endurecer la legislación antiterrorista no significa, a mi juicio, desatender el diálogo con los sectores nacionalistas y democráticos del territorio. Cómo Catalunya o Galicia, Euskadi es una nación indiscriminable. Puede que a Ibarretxe le falte legitimidad en votos para convocar hoy un referendo. Pero si los ciudadanos vascos considerasen que el mismo es necesario, cabría reformar -ya lo dije en previos post- nuestra ya arcaica Constitución; alquimia pactada entre los restos del franquismo y las fuerzas democráticas de entonces treinta años atrás.

Esto de la Nación de Naciones -admitida en un lírico instante del pasado reciente por el Presidente Rodríguez Zapatero- hay que tomárselo en serio de una vez por todas. España es eso. Otra cosa es imaginarla como Franco y algunos inconfesos discípulos la exigen.

A menudo los últimos pretenden identificar la violencia etarra con el sentimiento nacional vasco, su lehendakari, etc.

Comporta otra forma de armar a los violentos en vez de restarles base de masas. De ahí que, si el ajuste de clavijas penal con el terror no va acompañado por una flexibilización del trato entre La Moncloa y Ajuria Enea, mal iremos.

Y de poco o nada valdrá descargar frustraciones políticas o ríos de tinta en el ex presidiario De Juana Chaos. El combate contra el terror, unido a la lucha por la vida, impone objetivos más elevados.





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