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lunes, 25 de julio de 2016

LA FRANCIA OCUPADA Y LA ESPAÑA VASALLA


En mi biblioteca atesoro varios textos sobre Francia durante la ocupación nazi. Son ilustrativos, de la semejanza entre el país que extravió su soberanía y el nuestro, intervenido y vasallo. Las consecuencias de la pérdida de soberanía asoman el la páginas de todos ellos.La tenebrosa atmósfera social y política en la Espáña de hoy se asemeaja bastante a la de Francia en los casi cuatro años que duró su postración, una vez rendido su ejército a la soldadesca alemana. El país fue partido en dos por el ocupante. El Mariscal Pétain, hombre de derechas, héroe de Verdún en la Gran Guerra del 14-18 y embajador ante Franco, presidía un gobierno títere, mientras en la zona reservada a Hitler, sin máscara ninguna mandaba el Tercer Reich, desatando sangrientas purgas entre los judíos y opositores.Los perdedores de la drôle de guerre se aferraban al viejo Mariscal, justificándole al principio, mientras los recursos de la nación eran expoliados por el ocupante. Con Rajoy sucede otro tanto, por eso tantos españoles le votan, aceptando su política depredadora y los consiguientes crímenes sociales perpetrados, a la vez que licencian los saqueos de su corrupta tropa partidaria, a la que él mima y protege, como Pétain protegía a la suya. Para un pueblo que aguantó una guerra civil y el fascismo franquista en los posteriores cuarenta años, de la que muchos votantes del PP guardan memoria o descendencia, se entiende la complacencia. Nadie, a estas alturas, desconoce la voracidad del Directorio de la UE y la señora Merkel, realizadora del sueño de Hitler sin bombas ni metralla. Pero, temerosos de abandonar la sumisión, y con ella, el hecho de "sentirse europeos" pulveriza muchas conciencias y, con esa postración, la consiguiente dignidad.En verdad, hasta la izquierda de Unidos Podemos acepta estas miserables reglas de juego. La preconizada alianza que demandan insistentemente a los socialistas no colisiona con esta linea roja incruzable.Quieren reformas, pero no aquellas que colisionen con Bruselas y la monarquía local, dilecta pieza del franquismo a la carta.Es como hornear un cocido de pollo con hierbas y patatas, sin el gallináceo.

La atmósfera canalla que se respira en un país dependiente y descohesionado es la peor receta posible en términos de convivencia e integración. Las pocas palabras de Pétain y Rajoy, aceptando sumisamente las reglas del vencedor, corresponden a este cuadro. Ambos conservadores son hijos de las circunstancias, y a lo peor de ellas se adaptan. La larga noche de la dependencia duró poco menos de cuatro inviernos en Francia. En España llevamos casi cinco, bajo la bota del Euro, el BCE y una deuda que crece, mucho paro y escaso empleo de calidad, en la perspectiva de que todo empeore. El rasgo cruel de la dependencia servil es esa:empeorar, hasta que todo reviente en mil pedazos o nos hundamos, como Cartago.
En FRANCIA BAJO LA OCUPACIÓN ALEMANA (1940-1944), (Paidós), de Philippe Burrin, veréis retratado nuestro derrotero, con pelos y señales. Sé que a mis amigos de muro les cuesta leer. Es una falta de costumbre de funestas consecuencias para España, Argentina o Brasil, como se observa en la actualidad.

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