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jueves, 14 de mayo de 2015

LOS FALSOS PROFETAS

      El falso profeta Juan Carlos Monedero: Existo, y pienso a veces.


A la baja, "Podemos" se ha transformado en una monarquía absoluta más, dentro del panorama político hispano, de tradición caudillista. Ya he comentado en varios artículos que a Iglesias y sus cófrades de la Complutense les quedaba grande el liderazgo social que pretendían. El arribismo demagógico de quien no siente lo que dice, instrumentándolo a paladar para consumar su ambición, alcanza a toda la plana mayor de la arcaica corte pablista. Monedero figuraba en ella como número dos, hasta que las concesiones del jefe le fueron alejando de sus propias perspectivas, no muy diferentes, aunque él intente demostrar vanamente que lo eran. 

El mal de origen que afecta al elenco más o menos estable, radica en que son intelectuales de cátedra, acostumbrados a la función sacerdotal de impartir defectuosas lecciones sobre la historia y sus sociedades, a alumnos sujetos al "aprobado". El pesado fardo del franquismo, trasladado a la "Transición", fue, por parte de los políticos alumbrados o reconvertidos por el sistema, una reiteración del "ordeno y mando", reorganizado por votos poco cualificados. Recién a esa altura del siglo XXI, y merced a la crisis económica y social, todo ello empieza a cuestionarse, lesionando la hegemonía de los dos grandes partidos que, gracias al voto aborregado controlaron la sociedad hasta ayer. 
En medio de ese pandemonio y en su reportaje más reciente, Monedero compara las tertulias que auparon a Iglesias en la TV local,con el tren blindado que el Kaiser facilitó el retorno a Rusia de Lenin y la posterior Revolución de Octubre. La comparación no puede ser más absurda, aunque refleje delirios comunes con sus antiguos colegas de cátedra, pálidos epígonos, aquejados de un narcisismo a la postre ruinoso. Por otra parte, él mismo anticipa la ruina del invento. Ha sido incapaz de pelear por dejaciones palpables en declaraciones y cambios de programa constantes dentro de su ex formación.Lo mismo sucede con otros prominentes miembros actuales, como los ex disidentes Pablo Echenique, o Teresa Rodriguez, actualmente sumisos ante esos tocomochos. La posibilidad de alcanzar ciertas cuotas de poder en gobernaciones y alcaldías, o las Cortes calienta muchas cabezas. Por más que retroceda "Podemos" en las encuestas, de aquí a las generales algo pescarán. La responsabilidad de la izquierda parlamentaria ante la emergencia de los profesores centristas es clara. Han partido de la base que esta monarquía constitucional es democrática, con algunos defectos de forma. De manera condigna,favorecieron el bipartidismo como furgón de cola del PSOE durante muchas décadas. Los vientos renovadores de la formación no alcanzaron a borrar las huellas formativas del carrilismo estalinista, agente hispano de la colaboración con los oligarcas locales y el Estado monárquico. Aún hoy, el señor García Montero, candidato por Madrid, pretende "ensanchar la democracia", cuando es necesario reemplazar este penoso remedo fundando la verdadera, solo posible mediante la República Social. 
Monedero, frecuente ratero de cabezas mejor amuebladas, no plantea nada de esto ni recupera las antiguas declaraciones justicieras del ex camarada sobre Europa, la presente tiranía alemana y una deuda parcialmente ilegítima que crece tan imparable como imposible de honrar. Todos ellos se enredan con las retorcidas tesis del fallecido Ernesto Laclau (discípulo de Lacan), citando fragmentos de Antonio Gramsci para legitimarse. No es que hayan perdido el rumbo. En ellos fue siempre instrumental, descarnado, y más bien centrista, reflejando vocaciones propias de una clase media menguante, a la que buscan conquistar, negando incluso la existencia de la derecha y la izquierda en términos históricos y locales. Pretendiendo el retorno imposible a 1982 y el triunfo en ciernes de Felipe González, antecedente histórico de Pablo Iglesias.
El destino de los líderes de ocasión en este juego miserable de captura del voto, es la frágil permanencia. Pasa lo mismo en el campo de la derecha parda, con el siniestro Albert Rivera y "Ciudadanos". La circunstancia local favorece estos temblores de tierra y sus grietas. Es un camino inevitable en un país arruinado, sin una avanzada cultura general, especialmente pobre en el flanco político, que da lugar a élites siempre dependientes del pasado.

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