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sábado, 9 de mayo de 2015

EL ESPÍRITU DE CARITAS COMO PALIATIVO ELECTORAL


Rafa Poch de Feliú habla de recuperar la dignidad, política y social, perdida en España durante los últimos años. Nada más cierto. La fractura, de la que los dos grandes partidos de poder causaron, por pasiva y activa, nos convierte en los chambelanes sureños de Alemania y su rapto de Europa, además de sembrar millones de pobres e indigentes en el propio mapa, secundando, por ende, las andanzas de Merkel & asociados contra el pueblo heleno como fieles vasallos.
En particular, no creo que los votos transformen de bote pronto, una sociedad de élites indignas y corruptas, en otra menos desastrosa. Pero al menos, influenciarán en ciertas perspectivas de redención, cambiando algunas cosas para mejor, sin cortar de cuajo el verdadero nudo gordiano de esta tragedia, nacional y continental, que nos ata al pronto pago de una deuda e intereses parcialmente ilegítimos,en detrimento del bienestar social, sosteniendo una gravosa moneda asimétrica. 
Los candidatos a las parciales del 25 soslayan esta esencial pieza de cambio. Sabemos de sobra que la relación política de fuerzas en el Parlamento Europeo, bien desarrollada por Poch de Feliú, responde a los intereses alemanes, y que, desde el paneuropeísmo nada puede hacerse para encarrilar la economía hacia el progreso, y una equidad social que lo refuerce. 
Si Grecia no lo abandona rompiendo el dogal, tampoco lo conseguirá. De hacerlo sin embargo, esta Unión Europea, de amos y vasallos, no se resentiría en la proporción de un país como el nuestro, plantándose ante Bruselas y Berlín, auditando la deuda externa y saliendo del euro.
Sabemos a ciencia cierta, que la burguesía española es incapaz de hacerlo. Prefiere los negocios a corto plazo y mayor endeudamiento exterior para financiar sus tropelías, mientras refuerza a las empresas del IBEX 35 y sus grandes bancos, sangrando a los asalariados desde diversos flancos.Los relativos beneficios de modernización económica y de partidas compensatorias, conseguidos, ingresando a ese club de tramposos y fulleros, hallaron un brutal contrapeso en la desnacionalización de empresas de servicios públicos que hoy ingresan beneficios en paraísos fiscales, junto a la destrucción industrial y la de una agricultura amparada por el sol y la benignidad cliamática, aunque inexportable, sujeta después a eurocuotas de producción especialmente dañinas. 
Quedó en pie el turismo, es verdad, aunque sin posibilidad de desarrollar estructuras más avanzadas, que dependen del aporte tecnológico de otros sectores productivos, muy debilitados, o prácticamente inexistentes.
Los partidos políticos actuales reflejan estas múltiples carencias, propias de un país globalmente atrasado. Son herencia, directa o indirecta del franquismo y su secuela "democrática". 
La Historia señala un camino jamás desandado, de subordinación a grandes potencias, a partir de 1939. Ya antes, Alemania pisó fuerte en España desde la alianza de Hitler, mediando la campaña sediciosa y criminal del general Franco. Luego, tras el interregno de los yanquis sosteniéndole contracorriente en la posguerra, la oligarquía del régimen recibió el apoyo de la Ex República Federal para ingresar en la UE, y su ala izquierda, el de la socialdemocracia teutona, empleando la preceptividad y en metálico, para desarrollar un partido nuevo, con pocas conexiones con el del pasado guerracivilista. Todo ello bendecido por Washington y su estrategia anticomunista. Por esa razón, entre otras peores aún, Felipe González continúa trabajando en favor de sus queridos padrinos continentales, en tanto que Rajoy, admirador de Franco, y antes Jordi Pujol, formado culturalmente en un colegio alemán, han sintonizado con Alemania, admirando un desarrollo de potencia, tan favorable a sus intereses.

Un repaso a los candidatos, de derecha a izquierda, salvando ciertos arrestos de Izquierda Unida, nos prometen más de lo mismo. Vuelvo a reiterar, sin plantarse ante la UE como deudores rebeldes de su "diktat" no habrá recuperación económica y social posible. Solo ampliar el paliativo a la mendicidad y el extrañamiento mediante una política de Estado, que imite el espíritu de Caritas. La cita del señor Montoro no era casual. Brota de una intención que supera a cualquier banda de buitres, permanentes u ocasionales..

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