Sigue Pablo Iglesias su corta marcha hacia lo peor de la realidad española. Ahora le gustan la iglesia, los empresarios, los ejércitos, la OTAN y el capitalismo. Recordemos que los villancicos le "hacían tilín", a más de considerar al larguirucho vástago de Juan Carlos I, su "jefe del Estado".
Dadle tiempo para completar el kafkiano tramo que va del hombre al gusano.Con el auxilio del chorizo intelectual Juan Carlos Monedero, su chico de los mandados y la mala sombra, lo conseguirá. El poder le fascina como la serpiente al conejo,pese a que él declara, apenas quería ser un tertuliano algo escandaloso en la tele, y que le dejaran tomarse cervezas en paz luego de unas clases magistrales en la facu.
Del factor sorpresa y los votos súbitos, multiplicados hasta esferas galácticas por las pesquisas mediáticas, parte la tristísima flojera intestinal que le observamos en estos días, y el equívoco global de Podemos. Enraizado en lo imposible de lo posible, que otros ensayaron mucho antes que este aprendiz de brujo.
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