Lástima de gente que potencialmente vale y apenas lee. Este mediodía, camino a un almuerzo, mientras nuestro Ford esquivaba baches y malos conductores, lo conversábamos con María Aparecida. Sin leer no se progresa. La soledad de la imagen no es la mejor compañía. Precisa de la palabra, como nosotros del aire, y las dejáis solas y a la intemperie, para el nimio placer momentáneo y fugaz.
Yo conozco la historia que hay detrás de cada foto que cuelgo, pero meprivo de comentarlas, derivando, cada vez más, el buen uso del abecedario a mis novelas y artículos del blog. Disfruto haciéndolo por que, siendo así, esas letras serán menos perecederas y, algún día, cuando su autor ya no exista, alguien sacará mejor partido de ellas que mis perezosos contemporáneos.
Víctimas de la falta de curiosidad y la asfixia cultural, la mayoría de ellos se irán de este mundo con sus imágenes silenciosas, bellas algunas, banales las otras, aunque invariablemente desnudas, habiéndose enterado de muy pocas cosas. Digo, de las que vale la pena enterarse.Y son muchas. Tantas como las estrellas en el cielo. Las que vemos y más allá. Brillantes como la luz del conocimiento, vedada, seguro, a aquellos que no leen, extraviando la soberbia potestad que cabe, el poder reflexionar creativamente, sobre el qué y el porqué, para los seres humanos
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