En Francia, cuna de la Libertad,igualdad y fraternidad, tiene su nido de reptiles masivo una de las formaciones más xenófobas del mundo, el "Frente Nacional" de los Le Pen. Su sola existencia ofende a toda la humanidad,al igual que otras jaurías hidrófobas como la griega Aurora Dorada y el Partido Popular español, especialmente cruel con los inmigrantes en la frontera, y con la mayoría de sus ciudadanos puertas adentro. La Alemania de frau Merkel y su gavilla neoliberal lleva en su ADN histórico el racismo, y el trato injusto a los inmigrantes que buscan trabajo, mientras en otros países nórdicos florecen partidos ultranacionalistas de naturaleza criminal.
Europa dejó de ser hace años el paradigma de los Derechos Humanos, para convertirse en el de los despiadados banqueros neoliberales y sus sirvientes políticos. En los EEUU, territorio en el que desde su fundación campa el racismo, se juzga en estos días al responsable del atentado sangriento en la Maratón de Boston, otro hijo extremista de la inmigración.
Retorno a Francia, víctima este horrible crimen que segó la vida de periodistas y dibujantes del popular "Charlie Hebdo". Allí, los hijos de la inmigración, oriundos de países francófonos, como Argelia y Marruecos, forman legión, de forma tal que, ya en los disturbios céntricos de hace unos años en París, fueran, parte de sus segmentos juveniles los más activos en los destrozos de coches e inmuebles.
La pobreza y la falta de oportunidades es un causal importante en la criminalidad universal. El más arcaico factor religioso la sacraliza. El periódico satírico galo, seguido masivamente (no me cabe duda) por los votantes de Marine Le pen, estimuló, de hecho, esa ira ciega de siembra mortal, con sus dibujos y ocurrencias poco respetuosas. El polvorín de Oriente medio, donde en territorios como Siria, Irak, y las cercanas Afganistán y Pakistán, los atentados sangrientos entre etnias religiosas son cosa de todos los días, exporta su mensaje de terror a la inmigración occidental de ese origen.
No cabe el respeto para quienes no lo cultivamos. En España hemos pagado con 190 muertos en Atocha, el tributo cobrado en moneda sangrienta por el visto bueno del señor Aznar a la invasión iraqí de Bush y Blair,integrando la comparsa asesina de la soldadesca que masacraba y torturaba.
Los que defienden con tanto ardor la libertad de expresión en España (basta leer, no ya las infamias de "El País", sino "El Diario" y su cháchara izquierdista), debieran defender el trato justo y humanitario con los inmigrantes, denunciando al gobierno criminal de Rajoy y su siniestro ministro de Interior, paradigmas del racismo continental y el odio a los pobres (no a la pobreza). No parece casual que ante el descrédito político y social de Hollande, presidido por su infame primer ministro, se realice este cruel atentado. Las crisis los atraen como la miel a las moscas.
La respuesta a la barbarie criminal del yihadismo no puede ser una condena abstracta o sectorial. Sus responsables directos fueron los tres asesinos que ya identificó la Sureté. Pero los indirectos están entre nosotros, unos gobernando contra la raza humana, otros tolerando que los derechos democráticos y la equidad social en esta Europa, ayer avanzada, hoy decadente y miserable, se vayan al garete.
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