Es interesante observar cómo, en épocas de
próspera apariencia se incuban miles de monstruos que, con la crisis
económica y social brotan del pantano vomitando fuego y heces. La España
actual es el paradigma de esa atmósfera, turbia y criminal, una vieja herencia rebosante
de mentiras, saqueo y engaños, donde muchos políticos, empresarios y
periodistas intentan justificar lo que otros perpetran y no tiene
nombre, aunque acredite tantos apellidos. Desde las más altas instancias todo
huele a podrido, ignorándose el creciente hartazgo de ciudadanos hasta
ahora pacíficos en sus reclamos, pese a que la guerra social es un hecho indisimulable y, al que nada ni nadie escapará, de no cambiar el rumbo
salvaje y depredador impuesto por los fabricantes y propagandistas de la miseria colectiva. Esa que nos conduce al despeñadero.
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