Creo
que el concepto de Frente Social debe predominar sobre cualquier tinte
izquierdista. No porque me disguste la izquierda, pero el estímulo
material y la iniciativa privada son imprescindibles; aunque deban ser
reconducidos en vista del ruinoso y expoliador derrotero emprendido por esta fase agresiva del capitalismo financiero en la era global.
El
comunismo es capitalismo de Estado. De manera que la supuesta "vuelta al
capitalismo" de la vieja URSS y sus satélites consistió en abandonar precipitadamente un sistema
de producción y distribución poco competitivo por otro, lleno de
dificultades merced al inherente atraso productivo, sedimentado en
décadas de opresión y sacrificios colectivos, por una casta burocrática
equivalente a la burguesía.
Este espacio es producto de mi iniciativa.
Opera gratuito inmerecidamente, como el de tantos otros blogueros y
muralistas, pero dadas las circunstancias me avengo gustoso a ello. Sin
iniciativa privada, recompensa material y factores competitivos interactuantes, no hay
sociedad que crezca. Es duro decirlo ahora, pero menos duro será
entender que la competencia actual del sistema se ha globalizado en
beneficio de los grandes monopolios y su juego expoliador y evasor de
divisas en pos del dominio planetario y sus medios materiales. Lo que
prima ante esta extensión voraz y perversa radica en reconducirla
drásticamente desde cada país en crisis. El Frente social es pues
necesario incorporando núcleos centristas, que aboguen por una reforma
profunda del sistema, humanizándolo. Esto último sí es una herencia de
las izquierdas. No del fascismo, que es racista y sectorial. El peligro
real de esta debacle económica es justamente el fascismo, y no el
comunismo. agónico en los países que aún lo administran, China incluso.
Las multinacionales y los grandes conglomerados financieros no respetan
fronteras, derechos humanos ni beneficios sociales. Al igual que el
fascismo, regimentan las sociedades en un sentido regresivo, estimulando
junto a la concentración compulsiva de capitales y refuerzo del poder
financiero, grupos xenófobos y castas políticas adheridas a este
impulso. En España, incorporar a esta derecha cavernaria en un Frente
Social no es posible. Sí al centro del PSOE y algunas variantes
nacionalistas no violentas. Quien hoy hable de un frente progresista
debe mirar el futuro desde un presente abierto al diálogo y soluciones
difíciles, que lo serán menos si ese esfuerzo organizativo cobra
potencia en la sociedad.
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