Anoche y de madrugada, en ese engendro
periodístico bautizado "El Gran Debate", el señor Rubalcaba, de larga trayectoria política, no hizo
mención alguna de la UE, el Euro, Draghi y Merkel. Para él, nuestros
problemas tienen compostura puertas adentro. La consigna sigue siendo
pagar la deuda pública y privada a los bancos de Berlín y París. O sea,
cuadrar el déficit exigido sin plantear ninguna quita, asumiendo los robos
bancarios y el despojo público de las clases populares. Nada que altere
los montos, ritmos y plazos que imponen el BCE, el Bundesbank y los
mercados, gracias a la moneda asimétrica, por la que se pagan
monstruosos intereses de financiación, tal como señala la prima de
riesgo.
Según el velocista y químico Rubalcaba, empeñado en contarnos una vez más el Cuento de la Buena Pipa, con eliminar el
fraude fiscal, destinando la mitad de lo que se recaude a incentivar el
empleo y cargar el impuesto de sociedades a las grandes empresas,
podremos eliminar los recortes en Sanidad y Educación. Retrotrayendo al
pasado la reforma laboral -según sus palabras-, los asalariados
recuperarían los derechos perdidos.
El PSOE le debe a Alemania su
financiación inicial durante la Transición de los años ´70 y el ingreso
de España en la UE. Los gobiernos de Felipe González, y luego Aznar,
Zapatero, y ahora Rajoy, siguen tributando lealtad al Reich, que es
quien manda en la finca y el patio español según el dictado de
inflexibles reglas de juego fiscales. El Secretario General de los
socialistas es un curtido político y alto funcionario del pasado que nos
llevó a este presente. Rajoy y el corrompido partido de la derecha local son el legado tenebroso de hombres como Rubalcaba y su antiguo jefe, Zapatero.
Por más que enmascare en buena voluntad y
proyectos restauradores del Estado de Bienestar su programa real, en el
fondo no es muy diferente del que aplica este miserable elenco que hoy
corta el bacalao en España, pudriéndolo cada día más.
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