Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

viernes, 31 de julio de 2009

PÉPÉ LE MOKÓ: UN BLANC ET NOIR MARAVILLEUSE

Los actores centrales del drama -acontecido en perímetro colonial galo-, proyectando mensaje y presencia: Mireille Balin, Jean Gabin (en el centro) y Lucas Gridoux.

Los orígenes de una obra maestra registran adecuados representantes y época propicia para el magno evento. En ese órden situamos la fragua de "Pépé Le Mokó" en la Francia de 1937 (año de la Gran Exposición Internacional y el Tur), gobernada por el Remblessement Populaire (o Frente Popular), de clara resistencia antifascista. Precedida y seguida de grandes movilizaciones proletarias, las elecciones francesas de 1936 eran una contundente respuesta local a los avances de Hitler y su maestro peninsular (Mussolini) en el concierto europeo.

Presidido el gobierno por el judeo alsaciano León Blum, se sancionaron vacaciones pagas para los asalariados, a más de otras conquistas sociales. El impulso liberador de energías se reflejó en la literatura, y sobre todo en el cine.

Uno de sus mejores representantes de la vanguardia fílmica era Julien Duvivier, activo desde 1919. Precedida su carrera por piezas de prestigio encaró la realización de "Pépé Le Mokó" empleando actores solventes y un convincente escenario de Estudio.

En el mismo reprodujo callejuelas y terrazas de la Casbah argelina, situando en el protagonismo absoluto de un drama original de Henri La Barthe a Jean Gabin, actor procedente del music hall y alguna escolta agregada a las piernas de Mistinguette.

La máscara de Gabin, sus ojos claros y un look cinematográfico extraordinario son la gran atracción de un relato en chiaroscuro vanguardista, nada sombrío aunque trágico en su remate.

Pépé Le Mokó es un hampón de los bajos fondos parisinos virtualmente exiliado en la Casbah argelina de los tiempos coloniales. Protegido por una extensa red de chulos, prostitutas, delincuentes y mangantes, es varón temido, respetado y amado, sobre todo por las mujeres.

El aura romántica que desprende vistiendo invariable traje gris, y corbata blanca sobre fondo negro contrastando con su pelo claro y algo vaporoso, calza como un guante en el ganster ideal de perfil generoso para con los suyos, que no dispara a la bofia que lo acosa más que en las piernas.

Implacable con los delatores y algo casquivano con su amante nativa (papel que borda la italiana Line Noro con el rostro tiznado), está en el punto de mira de otro nativo: Slimane, un inspector de policía sagaz y amigable en apariencia (Lucas Gridoux) que intentará sacarlo de la Casbah empleando la astucia.

Al tanto de sus torcidas artes, Pépé se burla de él con frecuencia mediante finas invectivas. Su rival pierde pie en el duelo verbal (y espiritual, claro).

Sin embargo la circunstancia de cambiar las tornas es propicia, al cruzarse Pépé con Gaby Gould (Mireille Balin), prostituta cara amante de un viejo ricachón con el que comparte excursión por el exótico paisaje. El flechazo con el perfumado y enjoyado bellezón es mutuo. Ella le recuerda el añorado París del Metro, los Elíseos, Montmatre, la Plaza de la Concorde y los arrabales, mientras que él representa la virilidad propia del audaz, fundida a su apostura y la leyenda que lo precede.

En un principio el inspector tienta cazarlo fraguando una carta materna de pronta reunión fuera de la Casbah dirigida a un joven desertor de la Legión y protegido del jefe (Gilbert Gil), pero el truco fracasa al escapar de la celada malherido el supuesto destinatario. El soplón que facilitó la celada (Fernand Charpin) recibe un castigo que se reiterará después en otro canalla (Marcel Dalío).

Pépé y un compadre sostienen al joven moribudo poniendo en su mano una pistola mientras avanzan sobre el aterrorizado soplón...

Al tanto del fogoso romance entre la mantenida y Pépé, Slimane planea nuevamente otra celada, articulada en dos claves. La primera consiste en delatar al viejo amante el entrevero entre su mantenida y el hampón. Al descartar ella la presión dejando al millonario de una pieza, la segunda clave opera invocando la falsa muerte del amado a manos de la policía.

Ignorando una maniobra que, de hecho frustra una cita de ambos con perspectivas de fuga hacia el añorado París, Pépé sonsaca la verdad a al otro soplón (Dalío), encargado oficioso de contactarla, obteniendo la confesión en otra tensa escena de ajuste de cuentas.

Ella fue engañada por la policía; él no puede permitirlo.

Resuelto a ir en su busca, abandona la Casbah ante la alarma de sus camaradas y el despecho de su amante, quien finalmente le delata a su cazador. Antes, la cámara capta su desespero corriendo por las callejuelas de la Casbah...

La tragedia desemboca en el suicidio de Pépé, esposado por Slimane y aferrándose a las rejas que le separan del barco que parte, con su amada, ignorante del entremado. Creyéndole difunto se reclina nostálgiosa en la baranda de la popa, con la triste mirada perdida en el horizonte de la Casbah.

En el último instante Pépé ha gritado su nombre, fatalmente silenciado por la sirena del barco...

La muerte hacia el fin del metraje era típica en los atormentados personajes de doble fondo que encarnaba este futuro terrateniente fondón, impresos por Duvivier, Carné y otros artesanos de la década.

Enriquecido por diálogos llenos de ironía y elegancia, y matizado con toques patibularios, el filme rezuma pesimismo y romanticismo a la vez. A diferencia de los hampones de Cagney, Robinson, Muni o Bogart, Duvivier dota a la corte de los milagros y su héroe de carnadura humana. Pépé es el mejor. También las mujeres que le rodean, insinuando que es un as de la catrera, además de generoso y considerado con ellas.

Esta visión contrasta con un cine negro americano más rupestre y convencional, patronaje que recién será superado en 1940 por Raoul Walsh y su gangster Roy Earle (Humphrey Bogart) en Alta Sierra. Un anticipo del nuevo rumbo se insinuaba un año antes en el Rocky Sullivan (de James Cagney) que fingía ser cobarde ante la silla eléctrica con tal de que los chicos [de Punto Muerto] no le admirasen, en Ángeles con caras sucias.

Con todo, lejos están estos otros clásicos de igualar el refinamiento conceptual de Duvivier, la sensibilidad de su cámara reflejando atmósferas o estados de ánimo, y su intervención en el script adaptador a dos manos con el excelente dialoguista Henri Jeanson (entre muchas otras, escribió Carnet de baile y Hotel del Norte).

Por momentos, los reflexivos diálogos y sentencias entre Gabin y el reparto parecen inspirados en Shakespeare.

El tratamiento otorgado al Slimane del excelente actor rumano Gridoux, es similar en envergadura al que Welles otorgaría mucho después en su Otelo al personaje de Yago (interpretado en las cumbres de la doblez por el insuperable Michael Mac Liammoir). Ambos maquinan la ruina de Pépé y Otelo aprovechandose del amor que sienten por Gaby y Desdémona.

Slimane intriga manipulando la nostalgia parisina de Pépé (transferida emocionalmente a Gaby), virtual prisionero de un barrio inexpugnable, del que sólo puede salir para dar con los huesos en la cárcel o su osamenta en la morgue.

Si en el moro de Venecia la íntima debilidad era inherente a su color, en este otro condenado a perecer, manda su insoportable afixia en la Casbah. Yago y Slimane saben derrotar con malas artes a los atormentados héroes que envidian y detestan.

La perversidad del acoso la insinuará luego con Gaby y su "protecteur".

Acosado en otro registro por su temperamental y celosa amante nativa, llega Gabin a entonar una balada en los techos de la Casbah cuando cree que al día siguiente volverá con la otra al Metro de sus sueños.

Duvivier supo aprovechar la olvidada tradición de chansonier del divo en ciernes, y la de una mítica Fréhel, envejecida y célebre en el París de antaño; aquí encarnando a una entrañable prostituta resignada a su destino.

Lo estrictamente funcional de estos números canoros encaja en todo lo demás, muy bien fotografiado y sin que secuencia alguna desmerezca el espectáculo.

En cuando a la ponderación del submundo lumpen que representan el protagonista y sus secundarios, se inscribe en un periodo de conquistas sociales y predominio de las izquierdas. Para esa opinión pública y el propio Duvivier, los lúmpenes eran víctimas del sistema, y los policías (no sólo Slimane), sus cancerberos. Ello otorgaba un notable handicap artístico y social a la pieza.

El destino real de sus actores principales conoció diversos avatares, sobre todo a partir de la derrota de Francia a manos del Ejército Nazi, en Agosto de 1940. Gabin cruzó con visado de Vichy a Portugal, desde dónde emigró hasta California, los brazos de Marlene Dietrich y un contrato con la Twentieth Century Fox, manejada entonces por Darryl Zanuck (amante contemporáneo de la diva francesa Simone Simon).

Pareja del trovador Tino Rossi durante unos años, Mireille Balin se congració con los ocupantes, quedando apestada para siempre ante sus compatriotas. Su fallecimiento en un hotelucho de mala muerte, con 57 años y un aspecto terrible contrasta con la sugestiva belleza (algo gélida) proyectada en éste y otros fimes de la época.

Dalio eligió el exilio norteamericano. Gridoux, que había debutado en el cine francés hacia 1931, continuó componiendo secundarios hasta 1951. La carrera de Line Noro transcurrió entre rodajes italianos y franceses oscureciéndose al finalizar la guerra.

Con antecedentes izquierdistas y prontuario en la Gestapo, Duvivier calcó el sendero de Gabin, Dalío, Jean Renoir, Victor Francen y otros grandes del cine galo. Sus filmes fueron prohibidos y tachados de degenerados y decadentes por la propaganda de Vichy y el alto Mando alemán. Luego retornó a la Francia liberada, sin poder igualar su encanto de los años ´30.

Ejemplo más o menos semejante ofreció Gabin, vaca sagrada de Francia y su colección de grandes mitos populares.

Hoy por hoy, considero ésta la mejor pelicula y la que menos envejeció entre los clásicos franceses del periodo, junto a Las Reglas del juego y La gran ilusión.


ESTE ESPACIO GUARDA LUTO EN EL DÍA DE HOY, A RAÍZ DE LOS RECIENTES ATENTADOS TERRORISTAS Y SUS DOS NUEVAS VÍCTIMAS.
















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