Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

sábado, 4 de julio de 2009

LO QUE SE PRESIDE...

La Presidenta argentina, entre aviones que la llevarán ser escolta del hondureño Zelaya y la feroz pandemia gripal.

Un Presidente constitucional debe presidir su nación. A su vez deberá representar sus intereses, morales y materiales en el exterior.

Sin embargo, la prioridad marca espacios. La señora Fernández de Kirchner eligió, en plena pandemia -de las que se ofrecen partes oficiales de cifra pequeña, mientras su dimensión real supera guarismos de alcance planetario- viajar a Washington. De paso acompañará el azaroso retorno del depuesto Zelaya a su país.

Es decir que, en vez de quedarse en Buenos Aires capitaneando el combate contra la gripe feroz como Dios manda, y ordena el espíritu de la Ley Fundamental en emergencia semejante para sus compatriotas, esta dama, tácito símbolo de la maternidad, la hermandad, el amor y la belleza, escoge brillar allende las fronteras.

No es que el golpe militar oligárquico en Honduras no deba ser condenado y combatido por todos los medios. Encañonar con armamento pesado en plena siesta a un mandatario en ejercicio, fletándolo al exterior, diagnostica el procedimiento. Ante el mismo cabe manifestarse en Washington y la OEA.
Pero un enviado especial de rango ministerial (por ejemplo el Canciller) hubiese cubierto la plana exterior argentina.

En cambio, esta Presidenta de opereta, tan frívola como elusiva, sigue mecida en el columpio de la leve brisa, mientras la tempestad de la epidemia, que ya afectó a cien mil ciudadanos (entre ellos, el señor Gerardo Morales, Presidente de la Unión Cívica Radical) sigue su curso, con prisa y sin pausa.

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