Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

viernes, 4 de julio de 2008

PERVERSIDADES VARIAS

La que raya en la estupidez es que ZP se niegue siquiera a definir esta catástrofe económica como una crisis. Por cierto, es mucho más que una crisis. Otro gran bonete de este gobierno inconsistente y errático, nos recomienda paliar la subida de la electricidad activando la lavadora a las diez de la noche.

Pedro Solbes no tiene vergüenza, y lo del gasóleo A tampoco tiene remedio.

Sube a diario como la espuma de la cerveza bien volcada en el copón. Para los que cargamos por razones laborales cada dos días el tanque, la mentada cerveza sabe a veneno. Cerca ya de los 150 dólares el barril, de seguir así cruzaremos en un periquete la barrera de los 200. No voy a mencionar lo mal que nos va con la cesta de la compra en este tardío, húmedo y sofocante veranito tan poco festivo, en el que ni gobierno ni oposición reaccionan ajustándose a lo necesario.

La economía española ha desvelado su precario modelo de crecimiento. Las altas tasas, orgullo fardón del pasado, cayeron en picado. Encrespadas olas de sobreoferta en pisos, coches, torres y rebajas del 70% se dan contra las rompientes de la bajísima demanda.

Ayer estuve en Playa de Aro por motivos de trabajo. Distinguí a unos pocos turistas franceses y algún que otro ruso con familia de gordos. La crisis europea no da para más. La diferencia es que ellos aún viajan. Nosotros debemos conformarnos con chapotear, entre calor y calor un poquitín en nuestras aguas mediterráneas de la Costa Brava. Eso sí, nada de pernoctar en hoteles ni sentar el culo en buenos restaurantes.

Para eso está casita, y la pizza o el bocata. Seguro que sale más barato volver que quedarse...

Lo del rescate de Ingrid me parece formidable. Eso sí, nada que ver con la pobre chica de la foto aquella que dio la vuelta al mundo encogiéndonos el cuore. Tras el fantástico rescate, parecía salir de un set de Hollywood, no de la frondosa selva y tanto cautiverio.

Aguardo que sean derrotados todos los que secuestran y asesinan; sean de las Farc o de la impune y poderosa gavilla paramilitar que no acaba de desarmar el gobierno de Álvaro Uribe.


Un oficioso parte de Reuters nos informaba ayer que Dinamarca era el país más feliz de la tierra.

Pues bien, de golpe y porrazo salta el dato que relaciona a la penuria de los españoles y el desastre inmobiliario -agravado por la escalada del euribor-, con la que hoy viven los felicísimos dinamarqueses.

Todo tiene una explicación. El gobierno de George Bush había encargado una encuesta sobre Valores mundiales al profesor Donald Englehart, personalidad de la Universidad de Michigan.

Al frente de un equipo de investigación, dictaminó que, si bien Dinamarca no era una gran potencia, sus ciudadanos ostentaban altos grado de felicidad. La renquera en la exploración no tuvo en cuenta la subida del petróleo y los alimentos, ni un desplome inmobiliario ante el que los modestos propietarios de clase media -esencialmente mayoritarios en la Europa desarrollada- no pueden permanecer felices.

Las sombras de sospecha en el cable de la agencia noticiosa cabían, al señalar a los colombianos y portorriqueños arrimándose al estado de felicidad de los suizos, holandeses, canadienses, suecos e irlandeses.

Más fácilmente se acepta que los habitantes de Zimbawe sean los más desdichados; aunque sólo si omitimos a la población iraquí.

Englehart y su tropa de sociólogos cotejaron un aumento de la felicidad testeando a un total de 350.000 personas en 45 de los 52 países analizados, comprendiendo el período que va desde 1981 hasta el 2007.

A nosotros nos corresponde según el parte, el número 44; cifra algo más realista para el caso, pese a que la versión autóctona de la crisis europea la siembre hoy de dudas.

Por último, el profesor de marras establece una profunda relación entre paz, democracia y felicidad.

¿Y la cultura, o la justicia social, qué? ¿O es que la paz y la democracia bastan para ser feliz con baja educación y sueldos claramente rezagados en relación con los tan felices del extrarradio?

Bush, Englehart y probablemente el compadre Aznar, creen que sí.







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