Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

miércoles, 14 de mayo de 2008

SIN TRETAS NO HAY PARAÍSO

Si hoy en España hay una división política en puerta, es la del Partido Popular.
Lo pronostiqué en post anteriores y se arrima hoy a lo posible.
La formación tenía las elecciones perdidas antes del 9M. Había edificado su estrategia confrontándose con los llamados nacionalismos periféricos en nombre de una España imaginaria heredada del franquismo, y el fracaso llegó, desatando una guerra política interior.
El viraje de Rajoy procurando reequilibrar a los populares en la perspectiva de pactar con las formaciones vascas y catalanas de centro derecha era tan inevitable como la rebeldía de Esperanza Aguirre, María San Gil, y lo que está detrás.
Un problema de dudosa resolución para el PP, comporta su propia naturaleza autoritaria a la hora de operar en política. Rajoy fue designado por Aznar; el resto de la plana mayor y los barones reconocen un simétrico origen, de influencias y pasteleo.
Si el PSOE pudo renovarse parcialmente luego de su larga etapa de poder con Felipe González, ellos se debió a una cierta transparencia en la renovación de su cúpula y sus colaterales en regiones y ayuntamientos. ZP y parte de su equipo reflejan esta renovación, de carácter ideológico y por sobre todo generacional
En cambio, el PP conserva la vieja estructura de poder interno, que en el presente Mariano Rajoy quiere adaptar a otra estrategia, con los resultados que se observan.
La tragedia de la derecha española, impedida de aplicar con éxito un programa que le permita gobernar por largos períodos, parece conducir a la escisión. Los llamados liberales -grupo homogéneo que cuenta con libretistas belicosos y zafios- insisten en marcar distancias con cualquier ideología que no concuerde con su idea de España. Rajoy y su jaula de grillos intenta volver a la táctica que permitió a Aznar ganar las elecciones y pactar, en primera instancia, con catalanes y vascos.
Por eso Losantos le llama traidor de lunes a viernes, desde las 6 hasta el Ángelus (y más allá), mientras Ramírez lo dibuja torpe desde su hoja amarillenta, repleta de plumas aguadas.
En realidad, no es ni una cosa ni otra. El honesto y familiar don Mariano, galaico e invariablemente trajeado en oscuro, sigue fiel a ideales moldeados en su noción de registrador de la propiedad, pero es consciente de que sin tretas no hay paraíso, y que una vez conseguido, pagando el precio de las facturas que los vecinos le presentarán (así mismito obró Aznar), después se verá.
Uno de los mayores hándicaps que le ofrece el futuro es la rampante crisis económica y la cierta incógnita que pesa sobre la competencia gubernamental a la hora de adoptar medidas de choque, resguardando el presente edificio social de mayores desastres.
Lo escarpado de la táctica actual de Rajoy y su haya Soraya, radica en la terquedad más o menos suicida de sus rivales y la ambición de mando, propia de muchos laderos que sonríen afilando las navajas de junio, y las tan temidas de algunos barones con suelo propio.

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