En España nos enfrentamos a tres guerras. La más sangrienta empezamos a vivirla gracias a la crisis económica; cuyo origen conocemos sin precisar exactamente sus consecuencias.
Las otras dos guerras se desarrollan entre chefs famosos. De un lado el tradicional Santi Santamaría la emprende contra el supercélebre Ferrán Adriá y sus acólitos, entre los que figuran cocineros de nota como Sergi Arola y Pedro Subijana.
Resulta que Santamaría acusa a Ferrán de emplear ingredientes químicos explosivos para sus recetas y el estómago de los comensales. La respuesta de los damnificados no se hizo esperar, en el sentido de marcar la traición a sus colegas como plato que sirve la tan comedida envidia.
En la cocina del Partido Popular los cocineros de la derecha andan revueltos, haciendo peligrar el "Me Tarzan" del señor Rajoy.
Esta mañana, Losantos y su compadre de demolición política, el ínclito y culturoso señor Ramirez, descorcharon sus versos más envenenados contra el registrador de la propiedad y ex valido de Josémari. El de los tirantes estaba indignado "ante esa gente", refiriéndose a los que no se rinden ante su cinismo panfletario.
El primero y más agresivo de sus descalificadores, manifestó una vez más su condición viperina.
Observamos que Losantos luce especialmente femenino en sus invectivas. Hablo del fondo y la forma.
Me explico: sólo una mujer -viperina, salvaje y francamente malvada-, puede deslizar los insultos más ofensivos y desagradables que se hayan vertido ante un micrófono en la radio española, con un garbo semejante.
Fede empastifa el micrófono con auténtico glamur.
El cómo lo consigue este César de pandereta y bata de cola, lo explican, qué duda cabe... la pandereta y la bata de cola.
Presumo que bien podría él mismo averiguar otras interioridades de su almita, relajado en el diván...de un buen psicólogo.
Aunque si lo hiciera, morigerando a base de infinitas sesiones esta paranoia compulsiva, matizada con grandes dosis de histeria, quizás perdiera el cupletero esa pringosa espontaneidad que lo hizo célebre, y tan clamorosamente detestado.
Mucho me temo que, a esta altura del evento más de uno entre los cocineros de la extrema derecha, y aún sus opuestos, sentirían la pérdida de sus soflamas, e imitaciones dignas del mejor frégoli.
No sólo me refiero al tan desacreditado Aznar, la trinante señora Aguirre o el neocentrista Rajoy, el señor Fraga Iribarne (a quien hoy Losantos imitó miserablemente en balbuceos propios de la edad), o el inevitable Alberto Ruíz Gallardón.
El auxilio que prestan los villanos a los héroes irrisorios es mayor del que suponemos.
Losantos y Ramírez están echando un capotazo a Rajoy. Nos lo hacen parecer -crease o no- simpático y arrojado, cuando en política es un notario que obra con el usual protocolo de los personajes de la profesión, de cara a sus empleados y cotizantes. O sea, algo así como el Dios de una taifa funcionarial que se cree dueño del Paraninfo.
Recién ahora caen en la cuenta las folclóricas y los mundundis que Rajoy es autoritario. Poco les importó hasta hace poco. Pasa, que este autoritarismo de toda la vida en un Partido de barones nada transparente en tiempos de Aznar, los jode en gran forma por escorarse al centro. Ellos critican las maniobras de Mariano, señalando que llevan a ninguna parte.
Bien. Si en una de esas el PP reitera la estrategia ombliguista que le llevó a perder las recientes elecciones, en las próximas -hagan lo que hagan los socialistas- tendrán menos votos aún.
Ya lo dije en el previo post: sin tretas no hay paraíso. Los aislacionistas, perpetuos reyes de la angustia, no lo creen así. Bueno, pueden formar un partido "liberal" con los fundamentalistas de siempre, que les garantice unos dos millones de sufragistas, integrados por escuchantes matutinos de la COPE, y lectores de El Mundo tentados por los cupones que premian la lectura de la hoja mediante cualquier aparatejo.
El asunto en cuestión, no da para mucho más.Ya lo sostenía el entonces coronel Perón ante sus jóvenes -y no tan jóvenes- aliados de la extrema derecha nacionalista y antiobreristas, en 1945, citando una frase de Mirabeau dirigida a Robespierre.
"Joven, la exaltación de los principios no es lo sublime de los principios".
(Transcribo la frase impresa en el primer tomo de mi biografía sobre el personaje, que me consta, leyó el bien orientado señor Fraga, no los otros atolondrados.)
¡Ojala no leas los textos que sirven para algo ni visites jamás al psicólogo, Fede.
Sigue firme con el conglomerado Digital de monocordes sansonetes. Ellos te reflejan para tu dicha en los dichos, sin la salsa que tú y nadie más sabe derramar en los hervores de la pócima.
Créeme, sin ser religioso, admito haber rezado alguna noche para que a las seis de la mañana de algún día laborable no te encontremos cambiado. Ni a tí, ni a la pobre Paloma García Ovejero, enjundiosa acompañante de tus viejas y gastadas coplas!
Mucho me temo que tu fascismo oral sea irrepetible...
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