Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

miércoles, 14 de mayo de 2008

OT, MEJIDE, LA BASURA Y EL JUZGADO DE GUARDIA

Operación Triunfo está a un paso de convertirse en un sumidero.

En la gala de ayer, el señor Evaristo Mejide se manifestó con especial repugnancia. Su fascismo estructural de sujeto mal cultivado y entretenido profundizó la ruta que conduce, a que un concurso de cantantes nacido en base a promover nuevos valores captados por cierta mérito escénico y vocal, degenere en una nueva versión de Crónicas Marcianas, trufada de malos fragmentos inspirados en Gran Hermano.

El objetivo de esta edición radica ya no en el canto, sino en el cante del tal bufón fascista. Por cierto temerario y fardón a la hora de citar complejos ajenos; caprichoso y arbitrario al ponderar los medios materiales que se ponen a disposición de los "niñatos".

¿Es qué, acaso la productora que alquila sus mugrosos servicios es una ONG de beneficencia, y no gana dinero con concursantes a los que sólo brinda techo, lecciones varias, algunas viandas, destrucción de su privacidad, y ahora unos cuantos latigazos del verdugo?

¿De dónde saca el tipejo "que ofende quien puede y no quién quiere"?

¿Cómo se permite invocar el Síndrome de Diógenes equiparando a una concursante joven y de humilde origen con la basura que, acumula hoy OT, en buena parte gracias a su intervención?

El desprecio clasista de este supuesto publicitario reclutado en una taberna, para con el público, los concursantes, y los jóvenes en general, es infinito.

Me pregunto cómo habrá sido su juventud, o su niñez, para acumular tanto odio junto.

Eso ya importa muy poco. De hecho preocupa más lo que ambas dieron lugar y se palpa hoy, convalidado por una productora y su socio mediático.

Consciente de ser mediocre y bárbaro, el victimario que contrataron para no reír y hacer llorar, proyecta sus miserias y los complejos que le atenazan sobre quien se le pone a tiro. La paranoia compulsiva de trámite sádico tiene ese rasgo, grotesco y feroz.

Creo que va siendo hora de poner coto oficial al presente desmán.

Gracias al individuo y sus poco escrupulosos empleadores, este espacio, visto por más de dos millones de españoles (entre ellos muchos jóvenes) transfiere comportamientos agresivos, en tanto que modelo mediático con poder de influencia.

El que un lumpen de éstos, constante atormentador de los concursantes empleando la demolición contumaz y los deseos de hacer daño, galvanice espectadores con la tapadera de un concurso juvenil, comporta la peor noticia, ante el bajo nivel de nuestra enseñanza media y los malos ejemplos que reciben aquellos que debemos formar como ciudadanos de provecho, de cara al porvenir.

Uno de los asuntos a determinar, ante provocaciones que estimulan respuestas poco ejemplares aunque claramente defensivas, en más de un concursante, es la intervención de los poderes públicos, y la correspondiente denuncia contra el ciudadano Evaristo Mejide ante el juzgado de guardia, por los padres de la joven Tania S, y cualquier otro/u otros ciudadanos que lo crean conveniente.

Insultar gravemente a alguien en público -y ante millones- constituye un delito, agravado en el caso del tal Risto, por su insólita condición de jurado.

La clara ofensa al honor y la dignidad deben ser castigadas, haciéndose extensivas a quienes patrocinan al cocoliche, y el canal que emite el evento.

Siendo los espacios públicos unos predios mediáticos de gran incidencia en la conducta ciudadana, se los debe fiscalizar con especial atención.

Desde ellos no puede hacerse ni decirse cualquier cosa.

Y el sicópata chulo, con patente de corso para hacer y decir cualquier cosa, es uno de los responsables de este engendro de la telebasura en que se ha convertido OT, ocupando un espacio horario de riesgo para la higiene mental de niños y jóvenes.

De hecho todos, desde el primero al último empleado o contratado de Gestmusic para este horror show, son cómplices, por activa o pasiva de que se tolere la agresión a cualquiera de los concursantes, bajo insólitos pretextos.

Y no me valen las suaves monerías ni el supuesto buen rollo de Ángel Llácer; tampoco el tenue disconformismo justiciero del excelente Jesús Vázquez. La perversión del espacio supera cualquier iniciativa reformista desde su interior.

Si toleras la mierda -que no trajo consigo ninguno de los chicos de la Academia- participando en esta colonia penal desde el rol que sea, desempeñas el puesto de carcelero.

Y en consecuencia olerás mal.



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