Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

miércoles, 27 de noviembre de 2013

ARRIBA Y ABAJO

En largo reportaje Dilma Rousseff sostiene: "Las protestas en mi país fueron fruto de la democracia y el crecimiento". Es lo contrario de lo que creen Mariano Rajoy y sus buitres del PP. Por su parte, el papa Bergoglio afirma rotundo: "La economía de la exclusión mata". Otro varapalo a éste, y otros gobiernos reaccionarios; hoy mayoritarios en Europa. Dilma y el flamante papa, también latinoamericano, manifiestan lo que asciende y desciende en materia económica y social al Oeste del planeta.
Al sur del Río Bravo muchos países han sufrido en sus carnes el azote combinado del FMI, el Banco Mundial y Washington durante décadas de conflictos internos y postración, material y moral. Eran tiempos de dictaduras militares fereoces o gobiernos oligárquicos obedientes con imperios y emporios financieros, a costa del progreso integral y el Estado de Derecho de millones de pobres y asalariados, rigurosamente vigilados armas en mano.
Los azares de la Historia y el fenómeno global dieron vuelta la tortilla.
Hoy es Europa el territorio en claro retroceso, sin necesidad de que nadie lleve el dedo al gatillo ni gaste charreteras, o desfile a paso de ganso junto a los tanques artillados por calles y plazas desiertas. Si Merkel, reina del IV Reich, sube el salario mínimo de los alemanes preservando su pacto con la socialdemocracia local, lo hace a costa de que se desplomen los nuestros por obra y gracia del sumiso y obediente cabestro que nos tocó en suerte, por obra y gracia de una estafa electoral.
Lo mismo o algo parecido ocurre a millones de infortunados griegos, portugueses, irlandeses e italianos. La moneda asimétrica, auténtico nudo corredizo que sujeta tantos millones de cogotes al pie del patíbulo, agrandando el monedero de los ricos acreedores, redondea esta alquimia diabólica de una falsa unión sin contrapartida fiscal.
Aún el recuerdo del Estado de Bienestar, con todas sus fallas culturales y políticas, pervive en la memoria de muchos europeos. Pero el drama implacable de la miseria avanza sobre la añoranza de otro tiempo, exigiendo nuevas fórmulas y capacidad para imponerlas. La Europa presente es el ejemplo de la exclusión social y el suicidio económico. Estamos cayendo muy bajo, mientras en otros territorios florecen ideas y principios aquí abandonados. Ellos, tan ninguneados durante nuestra antigua prosperidad, han aprendido a identificar los enemigos de la equidad social. Dilma y Bergoglio refrendan este luctuoso conocimiento carnal que abrió tantas heridas en el subcontinente. Son las mismas que hoy nos infligen aquí, quienes hicieron del dinero y su poder absoluto su credo destructor de la existencia y el progreso, girando como nosotros, alrededor del Sol, sin disfrutar de una bendita energía que alumbra el milagro de la vida, y el de su esperanza.

No hay comentarios: