Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

domingo, 3 de noviembre de 2013

LAS IDEAS Y LA PASIÓN



  1. Ninguna idea se afirma careciendo de pasión que la impulse. Y ella nace de un deseo irrefrenable por imponer sus contenidos. En la Europa actual, las nociones de equidad social retroceden bajo el azote de una plaga conservadora que amenaza retrotraernos al siglo XIX, con su imperio de los imperios, imponiendo leyes supresoras de derechos laborales y sociales conquistados a lo largo y ancho del siglo XX. 
    Las ideas y la pasión los hicieron posibles. 
    El fallido experimento comunista cedió protagonismo continental a regímenes totalitarios de extrema derecha, reservando un pequeño espacio a las democracias nórdicas, la británica y francesa, una vez derrotada la República Española. La Guerra Mundial consiguiente pulverizó al fascismo y los nazis de Hitler, abriendo un nuevo curso de libertades que oxigenó la democracia, pese a que en el flanco oriental se afirmasen experimentos tiránicos y genocidas, supervisados a la fuerza por la URSS de entonces. El derrumbe del imperio edificado por Stalin y sus verdugos colapsó en los años 80. La reunificación alemana integró el modelo de Unión Europea, basado en Estados del bienestar y desarrollo comunitario a espuertas. El paso del tiempo y las leyes de acumulación de capital, asociadas al veloz impulso de la economía alemana, dieron como resultado la perversión de la vieja noción comunitaria, conectada a la moneda asimétrica y el endeudamiento de los países periféricos con las bancas francesa y teutona.
    La presente crisis que golpea duramente a los países del sur y el Este, desborda los montantes de deudas soberanas para afincarse en ausencia de programas alternativos, desestimando recortes sociales impuestos, sobre todo por Alemania. A la falta de esos programas de real enfrentamiento y colisión con los planes de Merkel, La Troica & cía agregan líderes contestatarios de débil presencia. Parece como si ellos actuasen resignando íntimamente buena parte del mensaje que esgrimen en público, a sabiendas de que jamás serían votados masivamente. Prisioneros del parlamentarismo, no resuelven transformarlo en el campo de batalla ideal disputando el poder a los sirvientes del poder financiero europeo y las grandes corporaciones, principales evasoras de la fiscalidad y enemigas de los espacios públicos, desde allí, y en las calles y plazas.
    El panorama de la sociedad española no puede ser más desalentador al respecto. Aferrada a esquemas que probaron su fracaso ante esta larga y devastadora crisis, que ya lleva seis años, no parece dispuesta a despertar del fallido sueño, exceptuando aguerridos sectores de colectivos que en todo el mapa se manifiestan a diario. 
    Cuando veo correr al señor Coscubiela en la estampida congresual del jueves, o a Cayo Lara criticar con acierto y tan poca pasión a Rajoy y su partida de caza; matiz que asimismo revelan Gaspar Llamazares y Alberto Garzón, no puedo menos que lamentar esa ausencia de nervio y pasión. No basta ya con ser honesto para conectar con el sentimiento y la razón de los parados, pensionistas, damnificados y estafados, las víctimas de desahucios o trabajadores en precario, y las de las podas sanitarias y educativas. 
    La socialdemocracia, triunfal durante décadas, de prosperidad material, se menifiesta incapaz de revalidar antiguos triunfos. Es necesario otra corriente de pensamiento para el que se requiere valentía, temple y pasión, derribando viejas pautas culturales y de organización social.
    Hace poco escribí una frase sobre la consciencia de cambio y su carnadura real en las emociones. Ada Colau, Diego Cañamero y Sánchez Gordillo, entre unos pocos más, representan cabalmente esos valores, pero aún son minoría, mientras que los ilustrados de la izquierda y el liberalismo de verdad, el comprometido con el espacio social y el desarrollo económico y productivo, aparecen como tribunos de libreto estudiado, a golpe de memoria.
    Quizá falte tiempo, chance histórica y derribar mitos crueles y fantasmas del pasado para que España y Europa toda generen liderazgos revolucionarios que encabecen la imperiosa batalla por restaurar y ampliar la democracia, hoy asfixiada por planes económicos que niegan en los hechos su plena y ansiada viabilidad.

    Sin la pasión y el temple que proyecten masivamente las ideas, nada será posible

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