Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

martes, 19 de noviembre de 2013

EL RUFIÁN ENAMORADO


Visiono a Cristóbal Montoro declarándose enamorado de la política ante los cachorros de las Jóvenes Generaciones. Mientras ellos le observan con la ilusión de quienes se forrarán a corto o mediano plazo, el ministro de la prepotencia y la bufonería advierte profético la luz al final del túnel de la catástrofe, acentuada en los últimos dos años por él y sus cómplices obedeciendo el mandato europeo.
No hay colectivo de asalariados que se haya librado de las iras del poco ilustrado Cristóbal, comprensiblemente cebadas para con el apartado cultural y sus insumisos representantes.
Ni bien despuntó su gestión, el control ministerial sobre Hacienda puso el acento en pillar in fraganti evasores. No a todos, claro está. Los suyos del alma, mimados hasta las heces por la infame amnistía fiscal y otros inventos, bendicen su generosidad.
En realidad, los camaradas del amor del alto funcionario son las grandes empresas y reputados chorizos, evasores de 70.000 millones en moneda asimétrica. Los pequeños empresarios que paguen o se jodan.
No podrá sin embargo, acusársele en solitario de la evaporación declarada por el FROB de 37.000 millones, sobre un préstamo comunitario que superó los 40.000, supuestamente destinados a sanear el sistema bancario español. La coparticipación de Guindos en el evento, beneficiando a los pulpos financieros y sus lacayos completó el pedaleo depredador del tándem.
No son éstas, historias de amor, sino más bién su contrario. Pero Cristobal, glosador de maravillas poco tangibles, lo pregona con creces, sembrando a su paso el estupor y la indignación.
Su currículo refleja su doctorado en las ciencias económicas, adaptándolas a su concepto de la política, elaborado, eso sí, desde sus oscuros arrabales. Para ello, no hay mejor escuela que los del Partido Popular. Él lo experimentó a ciencia cierta, por dicha razón lo transmite a los cachorros, empleando esos tonos festivos, acompañados de una gestualidad única en su género.
En tal sentido recordamos lo que contó la canaria Ana Oramas sobre lo que el entonces diputado raso Cristóbal, depuso muy sonriente ante los malos números del gobierrno Socialista: "Dejemos que ellos hudan España, nosotros la levantaremos".
Tal es el concepto del amor que cabe a Montoro; irrealizado para el caso, pues la han hundido del todo.
En el seno de este gabinete, de mimbres arrancados del franquismo y otras épocas aún más remotas, sólo José Ignacio Wert le supera en prepotencia, crueldad y sadismo; aunque los méritos que acumula emparejen los tantos de ambos cada día que pasa.
Estimo luego, que el citado personaje confunde el amor con la complicidad que guía cada uno de sus actos y palabras. La que profesa con los suyos, junto a múltiples lazos político financieros que sostienen un tinglado en el que ya muy pocos españoles confían. No sólo me refiero al local. El de los amos del cotarro en Berlín y Bruselas perdió la confianza del 76% de ciudadanos en este país.
Por ende, quizá la luz que divisa al final del túnel este rufián de las finanzas locales sea la de otro tren, avanzando en dirección contraria y por la misma vía. La que se llevará por delante su versión del amor; más parecida al terror que otra cosa...

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