Reunidos
los asistentes en la perspectiva de una presunta renovación, nada
renovaron, porque para hacerlo era preciso enmendar algo más de lo
verdaderamente pretendido. El capitulante y difunto Gobierno del PSOE
terminó de abrir el grifo de la asfixia popular agregando a la
Constitución, con expreso acuerdo y rúbrica del PP, aquello que
invalidaba su porción soberana. El pago de la
deuda exterior maniataba cualquier decisión interna, volviendo papel
mojado la independencia económica y la resolución social, subrogándola
al criterio usurario de Berlín y Bruselas. Desde entonces, el
esperpéntico Rajoy y sus bandoleros cumplieron a rajatabla ese gravoso y
decisivo apartado.
Nada en esta Conferencia discutió la infame cláusula de esa sujeción al poder paneuropeo, instrumentado implacablemente por el IV Reich mediando la servidumbre local.
Era previsible que en la mentada junta de barones y borrones socialistas se criticase al gobierno, prometiendo volver al Estado Social ni bien relevasen al PP y su horrenda égida político parlamentaria.
Adivinamos la intención limosnera de estos señores y señoras. Porque de no enfrentar a Merkel y sus aliados con una política radical en serio, sin temor de destruír su maldita moneda asimétrica, planteando a la vez sustanciosas quitas a los bonistas y acreedores, no habrá solución posible. Mienten los capitostes del PSOE, argumentando que los gravámenes a las grandes fortunas segarían de cuajo los recortes de salarios, junto a los de Sanidad y Educación. O que lo harían los inspectores fiscales detectando las grandes bolsas de fraude. Siendo esta última una necesidad, precisa de una revolución tributaria acompañada de otras medidas de control financiero que escapan a la mera letra menuda. El francés Hollande y su actual caída en las redes de la necesidad perentoria, enviando las promesas de otrora al canasto, manifiesta la impotencia continental de la socialdemocracia, ya visible en el PASOK heleno de Papandreu, y su fracaso enmendando la plana a la derecha, hoy gobernante.
En el ADN socialista hispano, el tributo a Alemania, en tiempos de Willy Brandt, transladables a hoy al decadente período, pasa por la dependencia conceptual. El PSOE de Felipe González fue financiado y adiestrado en esa política, entonces triunfante, y hoy tan patéticamente envejecida como el viejo dinosaurio; un lobysta presente en la Conferencia aludida, oficiando de absurdo mariscal de la derrota.
El drama actual del PSOE no es de liderazgo, aunque también acuse el faltante. Es de programa y capacidad de decisiõn. Los votantes de antaño lo intuyen, aunque no acierten a ver con claridad cuál es el camino necesario hoy. Por eso ellos y sus hijos desprecian en bloque a la formación, sin apreciar a nadie, o poco menos. Es lo que los analistas definen como actitud indiferente o de franco desengaño ante los políticos, y en especial por los socialistas, carentes de audacia, valentía e imaginación ante los verdugos del PP y sus enormes destrozos a plena luz del día.
La clase media que representaron durante tres décadas los del puño y la rosa no existe. Y los jóvenes, parados en más de un 50%, se hunden en este presente mísero o emigran. Luego, Chacón, Madina, el vasco, la sevillana, el madrileño y el inefable Rubalcaba, servidor de varios señores, representan poco, y casi nada. De nada.
Sus pasados gobiernos neoliberales son tan responsables como los de la derecha respecto de este cuadro empobrecedor sin perspectivas, y con un tercio de la población sumergida, que nos sitúa junto a Bulgaria, Grecia, Portugal y Estonia, entre los países socialmente menos equilibrados en la UE.
Para recuperar viejas conquistas, acometiendo nuevas, señores y señoras, hay que tener con qué. Sobre todo sensibilidad. Esto es, ponerse en el lugar de los que padecen este brutal despojo de derechos laborales y sociales, batallando sin cuartel contra el enemigo.
Sabemos que no sóis la gentuza del PP. Éstos son lo más bajo que hay en plaza. Pero la diferencia tampoco alcanza. Y este carajal, no hay conferencia ni supuestos pases mágicos que lo arreglen...
Nada en esta Conferencia discutió la infame cláusula de esa sujeción al poder paneuropeo, instrumentado implacablemente por el IV Reich mediando la servidumbre local.
Era previsible que en la mentada junta de barones y borrones socialistas se criticase al gobierno, prometiendo volver al Estado Social ni bien relevasen al PP y su horrenda égida político parlamentaria.
Adivinamos la intención limosnera de estos señores y señoras. Porque de no enfrentar a Merkel y sus aliados con una política radical en serio, sin temor de destruír su maldita moneda asimétrica, planteando a la vez sustanciosas quitas a los bonistas y acreedores, no habrá solución posible. Mienten los capitostes del PSOE, argumentando que los gravámenes a las grandes fortunas segarían de cuajo los recortes de salarios, junto a los de Sanidad y Educación. O que lo harían los inspectores fiscales detectando las grandes bolsas de fraude. Siendo esta última una necesidad, precisa de una revolución tributaria acompañada de otras medidas de control financiero que escapan a la mera letra menuda. El francés Hollande y su actual caída en las redes de la necesidad perentoria, enviando las promesas de otrora al canasto, manifiesta la impotencia continental de la socialdemocracia, ya visible en el PASOK heleno de Papandreu, y su fracaso enmendando la plana a la derecha, hoy gobernante.
En el ADN socialista hispano, el tributo a Alemania, en tiempos de Willy Brandt, transladables a hoy al decadente período, pasa por la dependencia conceptual. El PSOE de Felipe González fue financiado y adiestrado en esa política, entonces triunfante, y hoy tan patéticamente envejecida como el viejo dinosaurio; un lobysta presente en la Conferencia aludida, oficiando de absurdo mariscal de la derrota.
El drama actual del PSOE no es de liderazgo, aunque también acuse el faltante. Es de programa y capacidad de decisiõn. Los votantes de antaño lo intuyen, aunque no acierten a ver con claridad cuál es el camino necesario hoy. Por eso ellos y sus hijos desprecian en bloque a la formación, sin apreciar a nadie, o poco menos. Es lo que los analistas definen como actitud indiferente o de franco desengaño ante los políticos, y en especial por los socialistas, carentes de audacia, valentía e imaginación ante los verdugos del PP y sus enormes destrozos a plena luz del día.
La clase media que representaron durante tres décadas los del puño y la rosa no existe. Y los jóvenes, parados en más de un 50%, se hunden en este presente mísero o emigran. Luego, Chacón, Madina, el vasco, la sevillana, el madrileño y el inefable Rubalcaba, servidor de varios señores, representan poco, y casi nada. De nada.
Sus pasados gobiernos neoliberales son tan responsables como los de la derecha respecto de este cuadro empobrecedor sin perspectivas, y con un tercio de la población sumergida, que nos sitúa junto a Bulgaria, Grecia, Portugal y Estonia, entre los países socialmente menos equilibrados en la UE.
Para recuperar viejas conquistas, acometiendo nuevas, señores y señoras, hay que tener con qué. Sobre todo sensibilidad. Esto es, ponerse en el lugar de los que padecen este brutal despojo de derechos laborales y sociales, batallando sin cuartel contra el enemigo.
Sabemos que no sóis la gentuza del PP. Éstos son lo más bajo que hay en plaza. Pero la diferencia tampoco alcanza. Y este carajal, no hay conferencia ni supuestos pases mágicos que lo arreglen...
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