Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

sábado, 9 de noviembre de 2013

LAS BASURAS

Las basuras de Madrid son las mismas que anegan todo el mapa patrio. La putrefacción de este régimen criminal, deslegitimado en la estafa continuada de sus gobernantes y la lenidad de sus opositores prosigue su marcha destructora de principios, valores y esfuerzos, en medio de escándalos continuados de corrupción, y burdas mentiras que pretenden riduculizar la inteligencia, negando la razón.
Entre medidas y escarnio se suprimen viejos derechos sociales, sembrando el dolor y la desesperación en millones de seres humanos.
Por ese sangrante causal, las basuras madrileñas simbolizan las barcelonesas, valencianas, o las de cualquier ciudad o región de un territorio nacional enajenado por las premuras del endeudamiento generalizado y la servidumbre canina ante los acreedores.
Entre las basuras que reinan por doquier, ya muchas familias se procuran bocado. Los vertederos -ya lo he dicho- son los restaurantes de barra libre que destinan la banda del PP y sus secuaces, a los parados, desahuciados, pensionistas de la mínima y enfermos pobres.
La ley selvática que imponen los fortalecidos por la riqueza es, en sí misma, una fábrica de basura. La única que pervive, pues las otras como Fagor, Pan Rico o la TV valenciana, cierran. En verdad, no hay mejor negocio para algunos que fabricar basura. La pobreza da dividendos a unos pocos. Lo saben en Berlín, Bruselas, Bankia o La Moncloa. En Washington y Pequín, o en cualquier sociedad de exclusión social.
Hace no mucho, Europa parecía constituír un sólido bastión democrático en marcha a la cohesión fiscal, desde el que se preservaba el bienestar social.Y la Historia demostró que nos equivocábamos. La Globalización y de nuevo Alemania se encargaron de revelarnos la magnitud de nuestro error. Los territorios del sur continental éramos débiles y políticamente quebradizos. Unos más que otros por diversas razones, aunque daba igual. Y así fue hasta hoy. Lo peor es que hoy será mañana de no espabilar. Hablo de ajustar cuentas con los que en nombre de todos ejecutan una política social devastadora. Para ello no basta la protesta. Hay que organizarse dentro y fuera del terruño con un programa.
Los nuevos líderes saldrán en el camino, que se hace al andar cambiando las tornas, sin ceder un tranco al enemigo. Porque eso mismo son los que esparcen basuras. Meros roedores aprovechados y mentirosos que alimentamos con nuestros impuestos. No los huelguistas de Madrid, ni los que queremos un país digno de ser compartido por los hombres de buena voluntad.
Es justamente la voluntad, lo que hay que poner en juego hoy, más que nunca...

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