Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

sábado, 12 de octubre de 2013

LA PAZ VERDADERA



Porque sigo concibiendo la vida como una batalla por vivirla, me opongo a quienes obstaculicen mi viaje y el de muchos otros amantes de la justicia. La paz única y definitiva, lo sabe la Historia, es la que reina en los cementerios. Sin embargo, y aunque luzca paradójico, podemos vivir en paz con nosotros mismos. A condición, claro, de guerrear contra el despojo de cualquier derecho humano al trabajo bien remunerado, la educación pública y la sanidad, protegiendo a los más débiles. 
En la España de hoy y la de ayer hubo que luchar siempre por esos valores conquistados, emparejando en gran medida el grado de civilización que hizo de Europa el faro social del planeta. El siempre insuficiente que nos arrebatan los actuales dueños del dinero, y sus esbirros continentales o locales desde hace más de un quinquenio, largo, extenuante y empobrecedor. 
De ser ejemplo promisorio, hemos pasado a otro, de flagrantes injusticias y especial barbarie. 
Desde ese ámbito, pletórico de odio social, quien reclame la paz convencional, la que pregonan los clérigos y los charlatanes logreros, que lleve flores a sus deudos. Seguro que muchos de ellos se dejaron la piel enfrentando a dictadores y sátrapas, o al vampiro que pagaba sus esfuerzos con monedas y precariedad. El pasado es en todas partes pródigo en malos recuerdos, sin duda: aunque también cuenta la memoria de aquellos que sirven como digno ejemplo para no doblar la cerviz, ni las rodillas, ni nada...

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