Los ataúdes de Lampedusa anticipan los que vamos sumando en esta Europa criminal.
Las
víctimas de la tragedia en Lampedusa son ya 143. Nacionalizadas por
decreto, mientras los supervivientes afrontan encierro concentrado y
multas, antes de ser deportados sin contemplación.
Esta, señoras y
señores, es la Europa comunitaria, la que padecemos los más indefensos
bajo la falsa máscara solidaria, al fin arrancada por la brutal
dictadura monetaria del poder financiero mundial y sus representantes locales.
A "democrática" merced de ellos, la alargada sombra de la muerte no
sólo alcanza a los hambrientos de Africa y el Magreb. Cuentan los nuevos
muertos propios de la Sanidad en ruinas, de la precariedad existencial
en avance, y consiguientes los males sociales que enferman hasta morir
sin remisión.
De momento, la rebelión ciudadana, existente en
franjas considerables, no alcanza para detener el genocidio local. Sus
ejecutores gozan de mejor salud política que la esperada; aunque el
Gobierno criminal, desde el Presidente hasta el último mono de este
circo del terror sean aborrecidos por las grandes mayorías. Para nuestra
desgracia, sin líderes ni alternativas viables ahora mismo, el destino
pinta bastos.
La condición para que surjan, mientras nuestros
jóvenes talentos emigran sin cesar, es enfrentar este paneuropeísmo
retrógrado, echando el freno al pago de la deuda soberana, verdadera
soga del ahorcado. Buena parte de ella es privada, siendo la pública un
velado enigma a revisar en detalle. Además de ser impagable y absurda
toda ella, debemos negociar a cara de perro sustanciosas quitas. Hoy
nadie habla del asunto, ni siquiera Izquierda Unida, atascada en el
parlamentarismo y la perspectiva de un pacto "a la andaluza" con el
PSOE.
Son meros juego florales, porque la coyuntura requiere el
vigor enorme de un programa social encabezado por líderes adecuados a la
circunstancia del enfrentamiento duro, con una política antisocial de
largo recorrido.
Las encuestas publicadas hoy en "El País" no sólo
descalifican a Rajoy y Rubalcaba. Cayo Lara cae en la volteada, víctima
del descontento de un importante sector de IU. Lo mismo sucede con el
centro derecha de UPyD, una improvisación política de la Historia que es
"ni chicha ni limonada".
Respecto de las fuerzas independentistas
en Catalunya, sucede otro tanto, aunque no haya encuestas fiables aún.
ERC, por ejemplo, reverencia esta Europa decadente y objetivamente
criminal. Muchos como yo no creen en la estafa, perpetrada sinuosamente
en los últimos quince años, y con brutalidad extrema los seis últimos,
por Alemania, sus aliados y sirvientes locales en los gobiernos de
España, Grecia, Irlanda, Italia y Portugal.
Las víctimas locales que
se van sumando en estos países empobrecidos no precisan ser
nacionalizadas cínicamente, como los despojos mortales de la tragedia en la costa italiana. Pertenecían a una clase media estable que dejó de serlo para
ir muriendo con todas las esperanzas de un futuro mejor. El drama de
antes y ahora, es que el ayer no lo controlaban ellos, sino los mismos
que ahora imparten órdenes o las obedecen, en nombre de la ley del más
salvaje y depredador. A ellos, agentes de la globalización que enferma y
mata, cabe enfrentar y derrotar desde esta Lampedusa ampliada en tierra
europea.
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