Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

jueves, 25 de febrero de 2010

OTRO MARTIR DE LA LIBERTAD Y LAS AMISTADES PELIGROSAS DE LULA CON CUATRO VICTIMARIOS.

Orlando Zapata, virtualmente asesinado por dejación en Cuba tras una larga y tormentosa huelga de hambre, emprendida luego de padecer cautiverio en las mazmorras castristas siete largos años.


El brasileño Lula fraternizando con la hermandad genocida en pleno.
Se merecen una foto a su medida...

Lula juega a gran geopolítico festejando sátrapas. Es un deporte peligroso menear el brasero cuando la salud de muchos iranios, venezolanos y cubanos está en juego, por efecto de regímenes opresivos. En importancia de satrapías se lleva las palmas Ahmadinejad. El reciente salvajismo que el títere de Jamenei y el Ejército integrista de Irán está desarrollando es manifiesto, y apenas inicia ahora la brutal escalada destinada a conservar el poder.

El comunismo de los trópicos castristas es otro modelo represivo de igual impronta. Al valeroso Orlando le dejaron morir en las mazmorras. Otros tampoco sobrevivieron a la cárcel y años de tormentos.

El régimen castrista se sostiene a duras penas por una razón que, si bien no lo justifica, sí procede a explicarlo. La pobreza de los cubanos es abrumadora, pero -y esto ya lo dije antes- no llega a la indigencia que se observa en muchos países de América Latina. Los Castro no se cansan de machacar el logro "socialista" y Lula, que tiene en Brasil un 42,6 millones de pobres e indigentes sobre una población de 180, lo asimila, agregándole otras poderosas razones. Brasil invierte en Cuba aprovechando la belicosa prescindencia yanqui. También lo hace España en el área turística, por eso ZP, jaqueado por la crisis económica y el paro aterrador, tardó en denunciar frontalmente el crimen perpetrado con Orlando.

Las babas que intercambia con Hugo Chávez el carioca, atienden las dos razones. El paracaidista bolivariano ha derramado sobre muchos venezolanos pobres mieses sanitarias y educacionales provenientes de su fraterna relación con Fidel y el pequeño hermano (sin contar la represión sine die que planea Ramiro Valdez, el reciente souvenir). Ergo, Lula intenta hacerse con cierta tecnología faltante al respecto (no me refiero a la represión, para eso están los latifundistas brasileños de tierra adentro).

A diferencia de China o La India, en Brasil la inversión tecnológica es irrisoria, pese a que Cardoso (Fernando Henrique) y sobre todo él, consiguieron reducir la pobreza de antes en casi un 30%.

Es interesante destacar cómo el ex sindicalista y notable estratega articula el doble lenguaje para mantener equilibrios entre Dios y el Diablo (es un decir). Con los líderes del Occidente desarrollado es un tecnócrata más; en cambio cuando se reune con los cuatro dictadores y otros personajes del Tercer Mundo echa mano de su antigua ideología sindicalista de izquierdas, de formato antiimperialista.

Desarrollada en tal sentido, la movida de Honduras con Zelaya le falló por completo. Una cosa es llevarse bien con Washington; otra muy diferente meter el hocico en su área de influencia.

Lo de Irán Venezuela y Cuba no le malquista con Obama, sabedor de lo que es servir a la mayoría blanca, rica y célebre desde una fachada progresista. Para eso está el bueno de Barack Hussein pese a gastar al cohete un precioso año de mandato.

Lula sirve a la burguesía brasileña, y a pesar de la corrupción que de a ratos empaña su gestión, no por ello dejan de crecer y hacer negocios los Estados Unidos del Brasil.

Eso sí. No calculaba el hombre que su aterrizaje en La Habana y la confraternidad con los déspotas "revolucionarios" fuera lastrada por un muerto más. El rebelde varón de raza negra, al que no pudo ni quiso proteger el difunto Juan Almeida, único ejemplar oficial de héroe en la Sierra Maestra que ostentó el color de piel en la plana mayor de la dictadura.

Siendo lo de menos en cualquier latrocinio conceptual que impere en los regímenes opresivos, la negritud de la víctima ha desempeñado un rol considerable en la dejación oficial ante el prolongado deterioro de Orlando Zapata. En la vecina Haití se han muerto ayer nomás 300.000 y el mundo sigue rotando sobre su eje.

A Lula, piadoso hasta la dádiva con los haitianos, no se le movió un pelo. En Brasil los muertos de hambre no hacen huelga. Hay cantidad de negros y la mayoría no se muere en la cárcel (aunque la miseria y el delito forzoso les envíen allí para con frecuencia exhalar el último suspiro).

Y cuando negros, indígenas, mulatos y mestizos se rebelan en el Amazonas o alguna favela alborotada, pocos periódicos y medios se interesan.
Después de todo, en Brasil la libertad de prensa es absoluta. Al menos para quienes saben leer, escribir, y pueden defender sus derechos...



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