Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

martes, 9 de febrero de 2010

ANTE TODO Y POR SOBRE TODOS, LA PATRIA.







Por orden de encolumnado, despunta Nicolás Sarkozy, ferviente patriota.

Más abajo, sus claros inspiradores, señores Vila d´Abadal (Alcalde de Vic) y el procer vernáculo Jordi Pujol, mesándose la calva ante Durán y Lleida (otro calvo más moderado).Abajo, algunos ejemplares gallináceos expuestos por Agustín Gomila y sus buenas artes. Cualquier semejanza con sus señorías no es pura casualidad.

Fantástica la impronta del descendiente de húngaros y mandatario galo, señor Zarkozy. Se ha puesto firme con los que pretenden disolver la gloria y grandeur de La France éternelle. Ahora, por contrato y ejemplo, se cantará Le Marselleise y agitará la tricolor hasta en los lavabos. En la puerta de cada WC figurará la Declaración de los Derechos Humanos y quien se siente en la taza correspondiente siendo inmigrante y debiendo hablar un francés correctísimo hasta para maldecir el estreñimiento a la hora de miccionar, habrá firmado el pliego de nacionalización compulsiva y sus apartados.

En España somos algo más permisivos con las nacionalidades, salvando los encendidos (o incendiarios) patriotas del país Vasco, algunos gallegos y muchos catalanes.

Mis compatriotas territoriales han sido especialmente pioneros y aleccionadores para Sarkozy en la presente temporada. Las fronteras son frágiles en la CEE y los ejemplos desatan irresistibles ecos en los Pirineos. No son nuevos, teniendo en cuenta la enorme tradición centralista y pionera del Estado Francés.

Jordi Pujol, que había fundido su ambición política a este concepto, se le anticipó décadas en el tema de remachar con clavos formativos el idioma. Otros endurecieron la llamada "normalización" -propagandizada de continuo- hasta el extremo de multar a los comerciantes que no rotulen en catalá sus locales. La bandera española no flamea en muchos ayuntamientos, sí la deificada "Senyera". En estos temas ha contado especialmente la magna labor de ERC, y el ahora crepuscular Josep Lluís (lo dije bien, ¿no?) Carod Rovira.

En las últimas semanas hemos asistido a una serie de medidas electorales tentativas de soberanismo por parte de varios ayuntamientos catalanes. Ya no se trata de catalanizar a quienes se sienten españoles y peligrosamente bilingües. El remate a tanto patriotismo "diferencial" alcanzó por fin de lleno a la inmigración, merced al Consistorio de Vic y su Alcalde, Señor Vila D´Abadal.

Por efecto de sus aportes descubro que no precisamos un Le Pen.

Si en el PP hay algunos o algunas propagandistas de La Grande y Libre, en Osona se dibujan unos cuantos que adaptan la consigna a su ombligo territorial.

El marido de la bella cantante italiana ha reafirmado su natural xenofobia, típica de primera generación, tomado ejemplo de lo que acontece en la frontera Sur y, en sintonía con lo que discurre en otros enclaves europeos ha emitido su bula, para colmo de males incluyendo "los Derechos Humanos" en versión Robespierre.

La diferencia de nuestros ejemplares patrióticos con Sarkozy cobra sin embargo rasgos más peculiares. Ellos no defienden al gran país que pertenecen constitucionalmente, sino a Catalunya de España. Al precepto se agrega la manifiesta xenofobia, en vista de las dificultades productivas actuales.

Los inmigrante de Vic o de cualquiera de las cuatro provincias que articulan el mapa regional deben hablar catalán y estar debidamente empadronados para recibir atención sanitaria y medicamentos.

Su idioma originario, las tradiciones y el castellano poco importan. A cambio, podrán salvar el pellejo y educar gratuitamente a su prole; lo que no está nada mal en tiempos de crisis y un paro creciente (cifrado 600.000 personas) que nosotros encabezamos; aunque deduzco, sin semejante orgullo patriótico.
Esa lacra cuyo extremo es tan gravoso para los derechos humanos y su correcta implementación en cualquier rincón del planeta...





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