Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

jueves, 25 de junio de 2009

PINO Y EL PINÁCULO.

"Pino" Solanas, el candidato más heroico de un legado mortecino.

Le respeto como creador y argentino seriamente preocupado por su país.

Su calidad política se sitúa por debajo de méritos artísticos y una honestidad proverbial.

Pino es honesto hasta dónde se lo permite su ideología, preñada de cesarismo autoritario. A diferencia de muchos otros caudillos peronistas, no es mafioso y el dinero le importa en tanto le financie sus películas. Es creativo en la ficción o en la denuncia y, hoy por hoy es quien mejor sabe denunciar mediando el arte.

Durante el menemato combatió sin tregua sus lacras. Denunciar la injusticia no era nuevo en él. Desde La hora de los hornos en adelante caminó un sendero que acabó sentándolo en una banca congresual, desde la que no se miró el ombligo.

Liquidado el Frente Grande por la noche de los tiempos, vuelve con otro menos pretencioso, aunque efectivo, según marcan las encuestas. Pino sabe montar espectáculos vibrantes desde el celuloide o en cualquier mesa redonda. Y aquí, no tengo más remedio que volver a su ideología, transida de heroísmo, según la definición que del peronismo hace el mercenario Abel Posse.

Eso sí. Mientras Posse asesora al escasamente heroico Duhalde, Pino sienta sus reales en el imaginario y consigue transmitirlo. De elevada planta y con bien ganada fama de "guapo", se impone en cualquier envite.

En la parada, se asemeja al más joven Perón. Por desgracia las semejanzas abarcan otros aspectos menos impactantes. Cuando el 17 de octubre del ´45 el coronel recién liberado de la cárcel se subió al balcón de la Rosada, no se bajó jamás. En adelante, el hijo de la periferia, descendiente de india y blanco pobre, operó desde el balcón para todo trámite. Y Pino, su admirador confeso, lo hace desde la tarima de gran imaginero, aventajando al ya canijo Leonardo Favio en varias leguas de paranoia.

Entre el peronismo y la paranoia tallan el cesarismo balconero y un espíritu tribal.

Hugo Chávez lo representa en Venezuela, y los Castro boqueando los últimos aires, en Cuba. La clave del populismo descarga culpas y males en demonios "de adentro y de afuera". Pino los fustiga con alguna razón y escaso sentido autocrítico.

Es el legado peronista en acción, sirviendo de últimas a los ladrones y mafiosos.

Se me dirá que no es tal su propósito. Sin duda. Pero en la falta de fe republicana y la subordinación de los tres poderes de Montesquieu al liderazgo populista, mora la clave de su genio y figura.

Pino cree que hay dos democracias: la de los ricos y los pobres. Él escoge la última, olvidando que la democracia es una sola y hay que edificarla en el diálogo fecundo y la tolerancia. ¿Significa que debamos subrogar el espíritu de justicia social en beneficio de la acumulación de capital?

No. Más bien debemos fusionarlos sin demonizar, por ejemplo, la iniciativa privada o el crédito exterior en tanto sirvan al mejor proyecto de país.

Se me dirá que para Solanas el mayor enemigo es la pobreza. También lo era para Perón.

Sin embargo, así como el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones, también el combatir la pobreza de trece millones de argentinos sin afianzar la democracia y una nueva esencia republicana, asegura una ruta equivalente. Perón, Chavez o Castro combatieron la pobreza, reservando para ellos y sus acólitos el derecho de pernada de unos cuantos privilegios.

El código populista opera desde el Estado con esas coordenadas. Sin tropa no hay botín ni régimen que aguante las cargas enemigas.

Solanas no habla de ello. Sólo pide que lo sigan. En el fondo ese es el mensaje. Para su desgracia, ensayando la copla se parece al tan aborrecido Menem, su mayor enemigo en los años ´90-

El problema mayor de los que voten a este caudillo en ciernes, será en realidad, su indeclinable afición por alcanzar el pináculo.

A diferencia de Juan Perón, favorecido por su gran ambición, talento operativo y un momento excepcional, este otro hombre público sólo conseguirá un modesto cartel secundando a Kirchner desde la franja izquierda de este peronismo crepuscular.

Sino, tiempo al tiempo...


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