Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

jueves, 11 de junio de 2009

LA ALEGRÍA DE LA HUERTA, O EL LEGADO DE BRANCALEONE, EN RUTA A LOS HERMANOS MARX.

Genuino heredero de las legendarias Looney Tunes de la Warner y cierto caballero medieval de Monicelli, Jorge Javier Vázquez y su enorme talento montan un show divertido, allá donde le dejen.
Tras el legendario y fenecido "Tomate", este filólogo de mi tierra volvió por sus fueros con "¡Sálvame!", comandando un equipo de opinantes del corazón, encumbrados frikis y personajes estrambóticos con humor sense.
Esta panda de alborotadores, propio de la picaresca y los mentideros, le hace juego durante el par de horas que autorizan su emisión en las tardes, de lunes a viernes, con algún suplemento nocturno.
Cabe señalar que, librados al mandato de un Sardá o Jordi González, los comparsas no cruzarían la barrera del sensacionalismo o el fuego graneado del insulto gratuito. Bajo su comando, divierten al público y se divierten ellos.
La transformación de Kiko Hernández en un tipo cachondo y jolgorioso (pese a lo que le llovió tiempo atrás), es sólo una muestra de lo que consigue el estímulo fraterno de un gran bastonero.
La capacidad de improvisar riéndose de sí mismo, una frescura ocurrente y el dinamismo que imprime a "¡Sálvame!", contrastan con el oscuro tenebrismo estridente en el que discurre "La Noria".
Al igual que el otro Vázquez (Jesús, excelente profesional), este genio del humor y la diversión no oculta (como otros) las preferencias sexuales ni algún momento de depresión.
Esta sinceridad, proyectada en su gama de expresiones y un vasto catálogo de risas y gags, lo han elevado por encima de los chismes y el puterío que administran sin la menor gracia y encanto la mayoría de sus colegas.
Es una pena que "La armata Brancaleone" (de Mario Monicelli) no sea muy conocida en España. En la cinta de 1966, Vittorio Gassman era un caballero medieval rotoso, jinete de un corcel pintado de amarillo, y con delirios de grandeza, al cual se unían otros espécimenes ruinosos, pendencieros y francamente divertidos.
El formato que el gozoso Jorge Javier ha conseguido con "¡Sálvame!" recoge en alguna forma esa loca tradición, agregándole gags que recuerdan al Pato Lucas, Bugs Bunny, el Coyote y su Correcaminos.
Las últimas dramatizaciones (reales o fingidas) de panelistas habituales o invitados llorosos e indignados por puñaladas traperas, con él persiguiéndoles (mientras se dirige a los espectadores) por los pasillos del canal intentando retornarles al plató, no tienen precedente ni desperdicio.
De persistir en la vena, la presunción de que nuestro mejor showman consiga reemplazar algún día a los (tres) Hermanos Marx (juntos), no semeja un dislate...
PD. Aguardo que, quienes residáis en España o capturéis desde el exterior los espacios de Jorge Javier por la Red o el satélite, sepáis tomar a broma el post. Desde luego, lo es. Aunque estime que en cualquier chanza siempre hay pizcas de verdad, sea cual sea su peso específico...

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