Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

jueves, 11 de junio de 2009

EL PUTERÍO ENRAIZADO EN BERLUSCONI Y SUS "NINOTS" VERNÁCULOS.

Hete aquí a un pícaro, planchado al vapor pese a sus leves marcas de viruela, y servido en bandeja oxidada.
Sus amenazantes ojazos lo dicen todo...
Sujeto inteligente y atento al mundanal ruido, Jordi González representa un equilibrado producto de la basura televisiva.
La Noria no es un programa, sino el puntual emblema de farsa abrillantada por un presentador excepcional. La fórmula mediática requiere cierta alquimia.
No cualquiera finge con semejante impostura el equilibrio emocional, ante el desatado imperio de las bajas pasiones y borderío manifiesto.
Cínico turifenario, el catalán manipula con sapiencia el límite entre el desmadre y el compromiso, naturalmente falso.

En su programa sabatino, situado en la bisagra del late show, la fórmula amanece clara. Comporta una pizca de realismo adocenado, combinado con el sensacionalismo tabernario y el puterío light de la gente sin valor ni significación humana.

Es que los valores de baja densidad suelen proyectar condignos representantes.

En el reality nocturno, la velocidad y el chorizo se ensamblan con torticera elegancia hasta pasadas las dos de la madrugada. González y su mal vestida asistente (la pobre Gloria Serra, en el eterno sube y baja de la balanza), los arropa en su sobria condición de entreperneur.

En el arca política, propia de un naufragio general de valores, caben estrictos socialistas de aparato y salvajes aparatos de la derecha española, perfectamete enfrentados según dispone la farsa del blanco gris y el negro mugre.

En los comentarios mendaces a la hora pornográfica, aletean cual mariposas o mariposones nuestros canijos cronistas del corazón, estajanovistas del canal y la entrepierna, debiérase decir, marcando el perímetro.

El modesto secreto de La Noria no es por cierto la sibilina habilidad de Jordi González y su sobriedad tramposa, sino el cráter cultural que nos anega y retrasa, en puntual sintonía con el norte de África.

El patrocinador Berlusconi, artífice espiritual de esa vergüenza mediática que es Telecinco las veinticuatro horas del día, sabe de esas cosas. Así está Italia, y en sintonía nosotros, rodando en la pendiente de la baja cultura sumergidos en plena crisis de valores.

El González de Marras vendría a ser un añejo gauleiter filonazi con veleidades progres, que sirve al señor y su propio bolsillo, en nombre de un puterío arropado en el sagrado show.

El show es un negocio a preservar, sobre todo si se basa en los instintos más bajos y primarios. Echar un polvo, virtual o carnal, es la cosa más simple. El viagra lo simplifica aún más. Y el "ninot" Jordi, desde el cubo de la basura en un medio al que accede cualquiera presionando un botón o el mando a distancia, lo difunde con soberbia manifiesta y desaprensión ejemplar.

Fumigar el espacio soez no basta. Lo conveniente será legislar todos los predios públicos, distanciándonos de la Italia que hoy desgobierna Berlusconi y autorizan los que, en apariencia, simulan desde el poder que otorga el voto ciudadano, combatir la debacle.









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