La sencilla belleza de Natalia Sedova Trotski, en una instantánea de temprana madurez.
Pocos sobrevivientes de un trotskismo moribundo recuerdan la ruptura de la viuda de León Troski, con las urdiembres teóricas y los dislates tácticos y estrategicos del fracturado mosaico troskista que siguieron al asesinato del profeta por el estalinismo en el Coyoacán de 1940.
Natalia Sedova, abnegada compañera de un animal político inteligente, ambicioso y narcisista, negó veracidad comunista a los llamados "Estados Obreros deformados" que los miembros de la IV Internacional defendían cómo tales frente al Imperialismo.
Si bien a la finalización de la Guerra Mundial ya sostenía la tesis evaluando el carácter reaccionario de la URSS, Natalia la reafirmó por escrito en 1951 ante la efectiva esclavización de la Europa Oriental por el Kremlin.
Lo que no dijo ni manifestó luego, fue la causa del fracaso comunista en términos igualitarios (no como feroz dictadura). De hacerlo debía referir que la causa por la que ella y su marido habían entregado su vida (y obra) era un fraude de Ley.
Ya el Leo Davidovich Bronstein (alias Trotski) de 1905, había señalado a Vladimir Ilich Ulianov (alias Lenin), como un "peligroso candidato a dictador".
Sin embargo pudo más la fuerza del neomarxismo pustchista del segundo que las prevenciones de su posterior aliado en la conspiración política que devino en la octobriana toma del poder y la entronización de una férrea y cruel dictadura.
Lenin, Trotski y sus camaradas la ejercieron sin piedad, convirtiendo la vieja Rusia zarista en una cárcel bolchevique, dónde la disidencia comportaban la prisión o el fusilamiento.
Destacada intervención tuvo Trotski en todo ello, hasta que le tocó el turno de purgar crímenes a manos de otro criminal más organizado.
Una vez exiliado, quien organizó el Ejército Rojo venciendo a las blancas huestes de la reacción en la posterior guerra civil -masacrando de paso a los honestos marinos rebeldes de Kronstadt- fundó la IV Internacional, en oposición a la III, fiel a Stalin y su poder omnímodo.
Las contribuciones de Trotski a la dudosa epopeya del Partido Comunista Ruso fueron mitigadas por sus documentadas tesis sobre el terror estaliniano; empero, sostuvo hasta el final de sus días la defensa incondicional del Estado Soviético ante la izquierda universal.
Siendo en parte su hechura, era comprensible; aunque no justificable.
Las recetas de Trotski para remediar "el retroceso objetivo de la Revolución" consistieron en fomentar una ilusoria "Revolución Política" en la URSS, cómo si la burocracia gobernante nada tuviese que ver con la estructura social y su movilidad.
La idealización del proletariado -sujeto histórico poco activo en el pustch bolchevique de octubre en el ´17- fundó la base de una maltrecha utopía que Stalin no podía consolidar sin el auxilio de su enemigo. La fábula, rematada por "la defensa incondicional de la URSS"que Trotski y sus revueltos discípulos se empeñaron en sostener sin voluntad autocrítica alguna, finalizó en realidad con el pacto Molotov- Ribbentrop, reiterándose cuando el Ejército Rojo que el exiliado crease con tanta pompa, invadió Finlandia; junto a una parte de Polonia, y las repúblicas bálticas de Estonia, Letonia y Lituania.
Mediante "En defensa del marxismo"(su último ensayo antes de que Ramón Mercader Del Río le clavase la pica en el cráneo ), procuró desde su exilio mexicano aprobar parcialmente el accionar de su antigua tropa, a la vez que deslizaba ante una Guerra Mundial ya declarada, que tras ella, o bien las fuerzas revolucionarias en el interior de la URSS derrocaban a la burocracia estalinista, o el Estado Obrero retornaba al capitalismo.
Más realista que los discípulos de su finado, Natalia Sedova refrendó poco después esta última conclusión; hecha pública en toda regla hacia 1951, incorporando incluso al régimen yugoslavo de Tito -entonces bien visto por muchos trotskistas a causa de su enfrentamiento con el Kremlin- al bloque burocrático y represor que era preciso combatir.
Ninguna fracción trostskista de las muchas que se disputaron la herencia teórica de León Trotski le llevó el apunte. De hacerlo, se derrumbaban la IV Internacional y las ilusiones revolucionarias de sus miembros. Con ellas, el mito del proletariado combativo ad eternum y la teoría de la Revolución Permanente - supuestamente desatascada en perspectiva, de resolverse la contradicción entre el proletariado y la crisis de su dirección revolucionaria- se hubieran ido al garete.
Yo mismo conocí tarde a esta valiente mujer. En cualquier caso, de haber leído un documento póstumo en el que derrumba mitos, con 17 años y poca experiencia en la vida, lo hubiese oteado apenas. Entonces Cuba, Vietnam y las guerras nacionalistas en Asia y África parecían señalar otro sendero para la humanidad.
Un último apunte sobre Natalia (fallecida en París hacia 1962, a los 70 años): Trostski declaró que ella le había introducido en el mundo del Arte, del que era devota especialista.
El marido le devolvió el favor encamándose en Coyoacán con la excéntrica pintora Frida Kalho, liberal anfitriona de los exiliados rusos junto a su pareja de entonces, el eminente artista Diego Rivera...
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