Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

sábado, 13 de septiembre de 2014

MARINA SILVA O EL FUEGO DE ARTIFICIO

 Elijan la que les guste más. Marina Silva encaja en cualquiera de ellas.

En charla durante el desayuno con mi mujer comentamos el remonte en las encuestas de Dilma Rousseff en relación con Marina Silva. Ella conoce mejor que yo la política brasileña y la trayectoria de la Silva. "Como telonera de Campos funcionaba. La muerte del superior alumbró su fulgurante ascenso. Pero cuando empezó a hablar se probó, día a día, que era un fuego de artificio"-dice María Aparecida. Y así es. La candidata del PS no es locuaz ni simpática y no sonríe ni a la de tres. Más bien pinta lúgubre, hasta en su forma de vestir en un país donde los colores mandan. Las razones sobran por su naturaleza y pasado. Es un producto rural de muy modestos orígenes. Aprendió a leer y escribir en su adolescencia, manifestando ambición y ganas de avanzar en la vida. Fue revolucionaria un tiempo, al igual que el combativo sindicalista Lula o la guerrillera Dilma, y más adelante conectó con el primero, convertido en líder nacional con presencia latinoamericana, que la llevó a un ministerio. Era aquél, un salto social importante al campo de la política, pero no consiguió la base necesaria para fundar partido propio de arrastre tras romper, al igual que tantos otros, con su mentor. El destino pareció auxiliar sus ambiciones ante el desgaste del PT y los malos números de Dilma. Pero ni bien abrió la boca, desvelando su programa de ajuste, el soporte de la banca privada y la cháchara de "sostenibilidad" su aureola comenzó a desvanecerse. A pocas semanas de las elecciones generales, Dilma y el PT atacan resueltamente sus débiles flancos, refrendados por su aire de bruja arrancada de las historias de Disney. Las pesquisas señalan que la burguesía y la clase media emergente la votarán. Es más que dudoso que así sea, al menos en los términos planteados. Además, para las franjas pobres y carenciadas del país, el PT, herencia de un pasado favorable a los avances sociales y económicos, continúa siendo una esperanza de mejoría, a pesar de la inflación y el bajo crecimiento anual. Tampoco la codicia o la movilidad social determina que burgueses y clases medias entreguen su destino al neoliberalismo que promete esta aventurera, bendecida por una muerte. La gravosa experiencia con Fernando Henrique Cardoso y sus ajustes aún está viva en la memoria de muchos brasileños. El nuevo reclame de su impensada discípula desató deseos de cambio, aunque no fue un cheque en blanco. Y las cifras que está apuntando allí la evangélica que nunca ríe no son prometedoras. En estos momentos, cada día que acerca más el voto ciudadano a las urnas, puede restar o sumar muchas papeletas. Nuestra impresión es que, en la suma y resta, Marina Silva y su estela de cometa perderán una altura circunstancial que no supieron conservar.

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