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martes, 9 de septiembre de 2014

LA ESPESA SOMBRA NEOLIBERAL Y SUS CONSECUENCIAS



Aunque la Silva gane la presidencia, como máximo obtendría en las cámaras no más de 50 diputados y senadores. Un pelotón difícil para dar un vuelco político en dirección al neoliberalismo y los recortes sociales. A ello, se suma una taxativa amenaza para las "sostenibles" intenciones que va manifestando. Las constantes manifestaciones de protesta, reflejando el mal humor de muchos brasileños que no han salido de la pobreza o la precariedad, más los que se han beneficiados en los últimos años del crecimiento económico, no garantizan una gobernanza pacífica al neoliberalismo. Aún permanece vivo el recuerdo de Fernando Henrique Cardozo y sus medidas autorizando el imperio de los bancos, junto a las grandes corporaciones multinacionales. Las clases populares resultaron afectadas por esa gestión. Por esa razón arrasó luego el PT, hoy profundamente desgastado tras doce años de poder. 
Para la probable vencedora en las elecciones y su cabeza hueca, aquella gestión "ordenancista" es un vademecum. El respaldo militar y bursátil del que goza, cierra el vallado de alambres de púas electrificado, que muchos poderes fácticos, nacionales y extranjeros, procuran levantar en Brasil. El PT y su corrupción no asumida (que abarca no solo a diputados y senadores, sino a ministros, miembros del gabinete y hasta una gobernadora), en épocas de dificultades económicas prepara este cambio, soportado en una débil conciencia cívica (fruto de flojos programas educativos y misérrima sanidad pública), en este inmenso territorio, donde bolsones de miseria subsisten, pese a los auxilios estatales. Bastó una muerte, la de un candidato denunciado por el encarcelado Paulo Roberto Costa, para que su indigente vice (me refiero a su formación política y cultural) alzara grandes expectativas. Paradojalmente, si el chivatazo de Costa hubiese pillado al candidato del PSB con vida, otro sería el cantar del PT y su aspirante a la reelección. Empero, la mano del destino ha precipitado aquello que el tiempo larvó trabajosamente todos estos años.
El problema real es la falta de alternativas promisorias. La clase política local y su tendencia al caciquismo, no supo ni pudo producirlas. Y ahí está esa aventurera, patrocinada por los evangélicos y la gran banca, improvisando malamente lo que era tan necesario y no amaneció. 
Malos tiempos aguardan a este gran país y su joven democracia. La crisis de Occidente y la voracidad de sus grandes financieros codician el territorio latinoamericano. El ataque buitre a Argentina y las dificultades actuales de Venezuela, proyectan sobre la República Federativa de Brasil la espesa sombra del neoliberalismo y sus trágicas consecuencias. Pero aquí, y eso es seguro, no les saldrá gratis...

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