No es que la tome con Pablo Iglesias, pero ayer, en el estúpido programa del provocador Risto Mejide, el líder de "Podemos" alabó a Joaquín Sabina; "Me eduqué con él".
Por suerte yo no. Desde temprano busqué mejores ejemplos. A mi juventud llegó Joan Manel Serrat, el que hoy decadente, forma dúo charanguero con este falsario que explota poetas en apuros. Que Sabina haya triunfado en Buenos Aires y México no me extraña. La vulgarización de la cultura crea estos "hot dogs" de tomo y lomo en todo occidente. Vuelvo a entender a Iglesias, fruto de un país desmemoriado por el largo franquismo y su tardosecuela "democrática". En su ADN ideológico habrá alguna traza de ello. Recuerdo el libro del olvidado Víctor Alba, ex trotskista y escritor lúcido, cuando tituló uno de sus libros:"Todos Somos Hijos de Franco".
No por ello dejo de valorar su actitud combativa y los lazos de Pablo & compañía con el sector populista de Latinoamérica. Eso también es cultura de la buena, al unir fuerzas justicieras, reivindicando un continente menospreciado en los últimos treinta años por los españoles. El mismo que, además de recibir a muchos vencidos de la Guerra Civil, nos recibió con los brazos abiertos, brindándonos cultura y medios para ganarnos la vida a los inmigrantes de los ´40 y ´50, castigados por el hambre y la represión.
Lo de Juego de Tronos y el libro en ciernes, planeado con sus amigos, señala una concesión al gran espectáculo, no a las ideas y principios sociales, supuestamente encarnados por una princesa boba y mística.
Ellos, desde su perspectiva catedrática, creen que para los españoles sería más que fatigoso instruirse sobre las bondades de Shakespeare. Quizá lleven razón. Pero hay manifestaciones más inteligentes, aunque sean menos espectaculares. "Fuenteovejuna", por ejemplo, y muchas otras a emplear.
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