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domingo, 1 de junio de 2014

NADA MEJOR QUE EL VENENO

 
Los Borgia de la serie. La realidad europea del Siglo XXI registra otras imágenes más cotidianas.


Mi mujer está visionando "Los Borgia", una serie estupenda que espera turno de consumo. 

Era una dinastía de envenenadores profesionales, compatible con los esplendores del Renacimiento, conocida vulgarmente en los siglos posteriores.
Lo del veneno, se ha venido repitiendo en la historia desde diversos formatos. La pócima, común y corriente, es una de ellas. Vladimir Putin es uno de los que la emplea en la Rusia moderna. Antes lo hicieron otros, con Napoleón, por ejemplo. Sin embargo, hay otras maneras de envenenar. Las que promueven el fanatismo colectivo o la intolerancia política son las más letales, al comprometer los destinos de un país. Hitler y Stalin envenenaron a sus pueblos, fanatizándolos mediante regímenes crueles que exaltaban la superioridad racial con su destino manifiesto, o la de un modelo social y político excluyente. Ambos modelos y otros por el estilo fracasaron, o lo hacen hoy mismo aunque parezca que no. 
En la Europa actual el veneno se administra en dosis paulatinas y masivas. La zona sur se ha transformado en un camposanto de los derechos humanos, la educación y la democracia, aplicando medidas que fomentan el paro, los recortes y una brutal injusticia. España, Grecia y Portugal son ejemplos claros de envenenamientos masivos por vía de la exclusión, para jóvenes y viejos. Un parado reciente, con pocas perspectivas de conseguir un empleo se va envenenando. En el de larga duración, el veneno y la consiguiente depresión han contaminado su organismo, igual que el del trabajador precarizado o temporario y su miserable paga. Familias enteras, por millones, padecen este flagelo en la Europa del siglo XXI. 
El hambre y las penurias, que traen la zozobra y la ausencia de fe en el mañana, son letales para el organismo humano por que quitan las ganas de vivir. 
La demolición sistemática de la sanidad pública cierra este círculo mortal. Así, se muere más rápido. Gracias a la ciencia, para casi cualquier veneno hay antídotos, menos para éste. Los Borgia actuales sirven las pócimas desde el FMI, las grandes corporaciones bancarias o financieras, y el IV Reich, echando mano de viejos políticos entregados a sobrevivir ricamente en la franja sur. También en las otras, pues a la hora de administrar venenos masivos opera la compulsión criminal de acumular beneficios, esparciendo la pobreza al resto. Mientras, fracturan constantemente las sociedades bajo su égida, explotando más y mejor la mano de obra asalariada. Se llama paneuropeísmo, o neoliberalismo a secas. 
Los ricos del continente ya no guerrean entre sí, empleando carne humana de cañón. De paso, se dan el lujo de penalizar la violencia de los oprimidos y machacados contra esta economía política criminal. Mediante su práctica sistemática, los fabricantes de holocaustos han descubierto que el veneno opera mejor que las bombas y la metralla. 
Es verdad, aunque los fines sean idénticos y sus víctimas las de siempre

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