El modelo "Transición Democrática" y su símbolo
Ningún gobierno español, desde 1978 en adelante, cumplió sus promesas electorales. Los tramos de avance social, destinados a frenar reclamos populares, fueron a la zaga de las tramoyas de dinero y poder entre banqueros, empresarios y partidos. Pero ninguno de los previos gobiernos, ni siquiera el de los turnos de José María Aznar, incumplió tanto su programa electoral como el tan amoral del registrador de la propiedad Mariano Rajoy Brey, avanzando, lo que es peor, en dirección opuesta a las mismas. La España actual es, por efecto de los grandes destrozos económicos, políticos y sociales causados por sus crueles y desatinadas medidas, un país lindante con lo peor del Tercer mundo. Hoy los tres poderes sirven a una superestructura económica extorsiva de carácter multinacional, que empobrece el territorio a marchas forzadas. La represión penaliza las protestas, cada vez más masivas, brutalizando a las fuerzas de seguridad. El paro retrocede en ciertas áreas, a cambio de empleos precarios y mal pagos, pero la cifra real se mantiene en lo alto sin perspectivas de bajar su cota. Si la vieja Ley Fundamental rigiera de verdad, el presidente de este calamitoso y corrupto gobierno tendría que haber renunciado hace tiempo junto a su horrendo gabinete friki. No fue así, precipitando una creciente descomposición política y social, pareja a la calamitosa marcha de la economía. El reciente éxito de Podemos constituye una reacción que los inoperantes partidos tradicionales (no sólo los dos mayores monopolizan la ineptitud) encajaron muy mal. Todos creían que las marchas sociales y las posteriores mareas, inauguradas por el 15M durante el último Zapatero, no iban a cristalizar organizativamente, ni obtendrían, nada menos que en un paripé paneuropeísta, más de 1.200. 000 votos. Golpeado el arco partidario de derecha a izquierda (pese a que Izquierda Unida obtuvo más papeletas que antes), despunta una nueva forma de hacer política. Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero y su tropa militante desarrollan argumentos que casan con realidades imposibles de ignorar. Las que afectan gravemente a más de tres millones de almas, viviendo ya bajo el umbral de la pobreza, con el espacio público de Sanidad y Educación en franco deterioro, mientras la cota de millonarios crece y cunden nuevos escándalos. El adiós simultáneo de los desprestigiados Juan Carlos I y Alfredo Pérez Rubalcaba proyecta aires de clara derrota, imposibles de contrarrestar a estas alturas mediante Felipe VI y Eduardo Madina, o quien salga en el PSOE. Mientras, este miserable gobierno, incesantemente noqueado por la opinión pública ante el incesante fracaso de absurdos reclames propagandísticos, ensaya otra fórmula tramposa sancionando una cacareada Reforma Fiscal (que no se creen ni los técnicos de Hacienda), sin reaccionar más que con represión y fantasías nada creíbles, ante manifestaciones republicanas y sociales que no cesan.
El inmovilismo del PP, pese al enorme desprestigio de sus principales cabezas, desde Rajoy hasta sus ministros, diputados, senadores, muchos presidentes autonómicos, alcaldes, ediles y etc, huele a cadaverina. Son una suerte de muertos vivientes, apestados e incapaces de salir a tomar el fresco por temor a ser repudiados por furiosas multitudes, integradas por gentes de todas las edades. No obstante ello, y como es tradicional, nadie renuncia ni se va a casa. Sin duda, perciben que la caducada mayoría absoluta es un recuerdo inútil, en vista de los amenazantes sufragios recientes, y al ser también conscientes de que esta ronda de poder es la última posible, por dicha razón la respaldan los miserables de la CEOE, las multinacionales, y el complejo bancario existente. Pero sujetos a Merkel, el FMI, BCE y los organismos paneuropeos que priman el pago de una monstruosa deuda, privada, convertida en pública pasito a pasito, por socialistas y conservadores, no tienen otra alternativa que la de irse momificando. Los intentos de fascistizar aún más a la derecha, a través de Aznar, Aguirre y Vidal Quadras han fracasado jugando a dos puntas. A la entronización forzada de un monarca débil, tal como desveló su discurso reciente, seguirá la de otro cacique de poca proteína en el PSOE. Comportan las modestísimas cartas que le quedan al sistema ante el deterioro de la formación gobernante, para jugar un tiempo más a la democracia falsa y corrupta. Todo es resultado final del andamiaje transicional que, bajo chantaje armado y algunas masacres (como la de Atocha), inventaron los franquistas junto a sus retoños del centro y la izquierda para vivir una primavera de buenos negocios a costa del erario público. Podemos amenaza con barrer el estado de gracia que disfrutó durante treinta años el invento, un modelo de trampa perfecta para una sociedad sometida al fascismo y forzosamente desmemoriada, durante cuarenta largos años.
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