Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

domingo, 27 de septiembre de 2009

EL PUNTO DE INFLEXIÓN: LA HORA DE LA VERDAD.

Los trabajadores de Kraft Foods (ex Terrabusi) duramente reprimidos por los "cosacos", que descienden en ferocidad a los que comandaba el infame Coronel Ramón Falcón durante las movilizaciones obreras vecinas al centenario.
Ésta es la respuesta local del Gobierno peronista de Cristina Fernández a los derechos de organización sindical de la clase obrera argentina.
Podrá esta señora respaldar causas justas del exterior. Puertas adentro opera su instinto de multimillonaria adherida a la fórmula de pax social que Juan Perón instrumentó a lo largo y ancho de sus tres presidencias.
El poder, en clara sintonía con sus validos sindicales (léase la patulea gansteril que comandan Hugo Moyano, Rodolfo Daer & cía) ha permitido que un juez instruya gomas de bala y garrote contra los derechos democráticos de unos proletarios fabriles que defienden a la Comisión Interna de Reclamos designada según ordena la Ley, como vanguardia de su voluntad y el derecho a organizar la defensa de sus derechos, pisoteados mediante varios expedientes de despido.
Los límites del peronismo no han cambiado en lo sustancial. La catilinaria del millonario Moyano sobre la "ideologización" del conflicto- de tensión en aumento tras la negativa patronal a obedecer la conciliación obligatoria decretada por la cartera de Trabajo- contradice en materia de elección su propia ideología sectorial, y el pecunio mal habido, usurpando representaciones que no merece.
Los Kirchner -mandada y maquiavélico consorte-, se basan en gentuza que deforma los reales derechos de los asalariados y aquellos que exigen transparencia histórica, al prohijar liderazgos espurios.
Gente como D´Elía, la fascista y garante de ETA, Hebe de Bonafini (y su amante asesino), o Moyano, el antiguo delator de militantes fabriles por cuenta de José López Rega y las Tres A, retratan la afición de esta gente por el lumpenaje y los delincuentes en su administración de las clases bajas.
Para el pretendido guante blanco están ellos, requisadores de viviendas y licuadoras en el pasado, quintuplicadores del patrimonio desde el Estado sin la menor impudicia, pese a los veinte contenciososa abiertos en su contra.
Al menos Perón tenía a bien ocultar sus ganancias personales detrás de Jorge Antonio y sus tortuosos emprendimientos. Los discípulos en la cúpula del Estado proceden sin sus remilgos desde 1989, con Menem, Duhalde, y ahora.
Ha cambiado el condimento, no el pato de la boda: carne podrida para los asalariados y humildes de la Patria.
Los obreros de Kraft Foods peleaban por sus derechos y el remonte de un salario menguante.
En extraodinario desfile digno de la pasarela Cibeles, la titular del Poder Ejecutivo ensaya fintas justicieras lejos del pago. O sea, aplica el botox a las otras arrugas, menos disimulables.
Tierra adentro, en la Argentina real mandan los poderosos bajo su patrocinio oficial, travestido de causa "nacional y popular".
Los que creen que apoyar a estos farsantes -coquetos en política exterior y memoria histórica hacia canijos represores que en nada menguan sus negocios- debilita a la derecha, se equivocan.
El espacio real que separa al hoy deshauciado Menem, el crápula Mauricio Macri, el velocista Reutemann, el visir de Lomas de Zamora Duhalde o el transfuga Cleto, del presente Gobierno, se refleja fielmente en la represión a los obreros y el desalojo compulsivo de la planta ocupada.
Más allá de la momentánea felicidad que los embargue ante el traspié del enemigo, la emergencia proletaria es un hecho amenazante de cara al paraíso peronista. Así lo han demostrado manifestando su solidaridad los trabajaores de otros centros fabriles.
Pese al glosario presudodemocrático de Aníbal Fernández poniendo distancias con los rivales partidarios en el punto, la realidad se impone con sus apaleados y despedidos en Kraft Foods. La carga policial ordenada por un juez no esconde el respaldo gubernamental a la represión de este importante conflicto.
El punto de inflexión, que determina la hora de la verdad del kirchnerismo es ésta, por más que la derecha peronista y los "gorilas" de siempre clamen falsa justicia.
Si analizamos ciertos eventos con el corazón, concluiremos que, entre los resistentes de Honduras y los de esta factoría multinacional no abundan las diferencias. El ferviente deseo de justicia desconoce fronteras. Es una cuestión de perímetro territorial y derechos democráticos que en cada caso deben respetarse.
Quién se empecine en negarlos arguyendo el respeto a los viandantes ante cortes de ruta o espacios públicos vulnerados por los huelguistas y sus movilizaciones miente. Frente al Estado y sus aparatos los trabajadores operan buscando el suyo, pese a la vieja potestad del patrón. El temor del poder ante otro poder doble plasmado desde la base de la sociedad es revelador.
La democracia que cultivamos es por encima de todo un bien social. Quién lo niegue busca secuestrarlo en aras del propio beneficio.
Los Kirchner y sus gobiernos no respetan otra fórmula. Desde el considerable poder que de hecho concede el factor productivo a los que venden su fuerza de trabajo, estos mandones y sus aparentes opositores han dado con la horma del zapato.
Impensada y contundente como la vida misma.

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