Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

sábado, 5 de septiembre de 2009

ESPAÑA: CREPÚSCULO Y ENDEUDAMIENTO.

La imagen crepuscular de una industria que agoniza, junto al porvenir.
Anteayer un educador de Gandesa me dijo: "Vacacionamos en Austria con mi compañera quince días. Apenas ví ocho grúas".

Otra amiga, ésta de Agramunt; prologuista de mi primer libro y lectora de los restantes, no había descubierto ninguna durante su semana en Noruega.

En los países desarrollados de Europa Occidental el ladrillo cuenta muy poco; de ahí la baja cota de paro, en comparación con la nuestra.

La placa radiográfica de nuestro emboscado subdesarrollo y su clara patología se refleja de cabo a rabo en la versión española de esta crisis mundial. En nosotros falla la estructura cultural, la base tecnológica y una industria tributaria de las joint ventures, e incapaz de desarrollarse con recursos propios de curso autónomo.

¿Puede criticarse al gobierno socialista del presente desastre?

Debe criticarse a casi todos los precedentes; en especial a los tan imprevisores de Felipe González y José María Aznar, concentrando veinte años de progreso evanescente. En la emergencia, no es sin embargo criticable la actitud gubernamental al subsidiar la extensión de las prestaciones a los parados, ni la subida de impuestos a las rentas más altas, pese al estrepitoso derrumbe recaudatorio.

La derecha y sus técnicos cierran filas con sus voceros de prensa poniendo el grito en el cielo. "Estamos"-dicen "endeudando a nuestros hijos y nietos con los créditos que debemos contraer en el exterior para parchear el agujero presupuestario que comporta el gasto social", cuando el verdadero endeudamiento de este terruño desarrollado en meras cifras propias de las barajas apiladas en un castillo de naipes, era previo, al pensar que todo el asunto radicaba en formar camareros, cementar ladrillos con mano barata, engordar funcionarios (privados u oficiales) y burocratizar el Estado de este país de servicios, hasta extremos grotescos.

Nadie se acordó de cimentar el ahorro privado, impulsando la cultura y la tecnología de cara a competir en el futuro inmediato con países avanzados.

Apenas año y medio atrás, ZP sostenía exhultante que superaríamos a Francia en PIB. Luego negó que la crisis existiera. Fue el último en admitirla; aunque no el primero en ignorarla, pese a lo que ahora sostengan sus muchos detractores. Luego pagamos las consecuencias de tanta fanfarria e hipocresía juntas.

Mejor dicho, las pagan los inmigrantes, los pobres de siempre y vastos sectores de la clase media, en caída libre y sin techo bajo el que guarecerse, a corto o mediano plazo.

La extensión de los subsidios es necesaria si no queremos que este viejo edificio estatal se nos caiga a pedazos y se criminalice de golpe y porrazo una parte de la sociedad. Claro que, sin obrar presurosos en la tarea de cambiar el modelo productivo, nos caeremos igual, y de bote pronto las grandes ciudades emularán al Chicago de los años ´20. Por ahora nos azota la pandemia gripal, de alcance planetario.

La última tiene remedio en una sociedad más o menos desarrollada. ¿Cómo se hace para evitar el caos, ladies and gentlemen? ¿Contamos en principio, con cuadros técnicamente preparados para acometer la hazaña? ¿Tenemos la intención de formarlos elevando los planes de estudio y la consciencia cívica de la reserva juvenil (que tras la secundaria o la Universidad van al paro), o sólo repartiremos, rozando ya de los cuatro millones y medio de parados, preservativos en los institutos de enseñanza media y falsas espectativas de empleo en la superior?

¿Seguiremos por demás, región a región, Partido a Partido, a la greña por demostrar quién es más o menos corrupto, menos o más nacionalista, y la tiene más grande?

Por este sendero tenebroso, en menos de lo que canta un gallo nos la terminaremos envolviendo todos en papel de fumar...






No hay comentarios: