Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

jueves, 3 de septiembre de 2009

A PROPÓSITO DE LOS CANALLAS QUE HACEN DE LOS IDEALES UNA BURLA.

Marcello Mastroianni y su inolvidable rol de cuadro intinerante socialista revolucionario, en "I Compagni".
Mis artículos sobre J. Posadas y el posadismo han levantado polvareda y previsibles toneladas de mugre.

Hace unos meses, cierto plumífero del señor Horacio Verbitsky (patrón ideológico de Página 12) tecleó un infame artículo sobre el troskismo y los platos voladores. No es la primera vez que alguien de la izquierda ligera o el mundillo de la derecha embozada se mete con J. Posadas, el Partido Obrero (trotskista) y su órgano "Voz Proletaria", rebautizado como "Voz Planetaria".

En mi carácter de ex militante obrero de ese partido, la crítica a Posadas y el trotskismo que él y nuestra organización de entonces encarnaban debe ser objetiva, y no motivo de escarnio, por una razón poderosa que yo mismo viví y coprotagonicé durante seis años.

Éramos militantes con una ética y un credo igualitario. Mientras quién esto escribe y mis camaradas, o los del Partido Comunista, los socialistas de izquierda y los trotskistas de Nahuel Moreno o Jorge Abelardo Ramos, dormíamos cuatro horas y trabajábamos sin descanso en la fábrica o la universidad, en los barrios obreros y los actos relámpago por las causas que defendíamos, o fatalmente caíamos presos, individuos como Verbitsky eran carne de tinta pro golpista en Primera Plana o Confirmado. La gente como él sabe de estas cosas. O de otras que comprometen posiciones de integración a dictaduras militares, autoritarias o sangrientas, junto a una reconversión democrática carente de autocrítica.
La reciente carta de Güiraldes, hijo- que no comparto en la intención última- es clara al respecto.

Cuando nosotros, junto a los obreros peronistas, hacíamos huelga o nos manifestábamos, Posadas, Moreno, Ramos, Fernando Nadra y Ernesto Giúdice nos acompañaban, aunque por razones de clandestinidad no participasen en ellas. Ésta era la moral que toman en solfa quienes jamás la tuvieron ni la tendrán.

Tanto quienes militamos ciñéndonos a principios colectivistas, como nuestros dirigentes, éramos perseguidos, encarcelados y en algunos casos torturados (hablo de los años sesenta; luego se generalizaron las torturas y los asesinatos).

Desde vivencias que ante todo resguardan los valores éticos de los que ni siquiera sabíamos manejar un facón -aunque si buenas razones para enfrentar los abusos del patrón, del burgués represor y el milico de picana o gatillo fácil-, la burla sobre cualquier revolucionario que haya acreditado entre otras teorías, peculiaridades sobre las misteriosas relaciones entre el Universo y la Tierra, no procede.

Seré el primero en criticar al antiguo obrero del calzado J. Posadas, por eso y otros asuntos mucho más graves.

Lo que no voy a admitir bajo ningún concepto es que, desde cualquier periódico -y menos el que mangonean los Verbitsky ( oficiando en concreto de paje opinador, el señor Pasquini Durán, ¡ex secretario del legendario obrero comunista Rubens Íscaro!)- se ridiculicen los ideales, ni tampoco ciertas teorías que, pareciendo exóticas, desprenden sin embargo mayor humildad en relación con aquellas que sirven otros negacionistas.

Para los últimos, en el Universo monopolizamos la inteligencia, e incluso la vida humana o animal. No ven más allá de su nariz en el perímetro que ocupan, permitiéndose extender la perniciosa miopía al firmamento.

¡Vaya pretensión totalitaria la de dichos señores!

Por otro lado, será preciso revisar la tan denostada militancia en organizaciones de izquierda, sean Marxistas o no.

La juventud de hace treinta o cuarenta años no ensuciaba paredes. Difundía ideas, conceptos y proclamas. Era una valiosa herencia de nuestros mayores que no supimos honrar debidamente con los propios hijos.

La Historia ha demostrado que las ideas sociales -no las raciales o imperiales- centran su foco en la ética y los principios. En denunciar la opresión y el hambre, las enfermedades y la muerte que aquejan a buena porción de la humanidad.

Más les valdría a muchos políticos actuales encarnar esos ideales de reforma social y entrega emocional. La crisis de valores, es causa y no efecto de la crisis económica (y política) mundial.

De restaurarse la ética y los principios comunitarios, aboliendo para siempre lo que nos llena de ira, viviríamos en un mundo mejor, y de gentes más honestas.

En la tarea, no ayudan estas referencias miserables. En el fondo las redacta y proclama el nihilismo en llaga viva, para que nada se mueva, y todo quede como está.
En manos de unos pocos...

1 comentario:

Alberto Nadra dijo...

Buena, muy buena reflexion la tuya Joan. Un abrazo.

Alberto.