No son de extrañar los nuevos favores del PSOE destinados a Democracia y Libertad y ERC en el senado.Antes había repartido caramelos con el falangismo de Rivera. La estrategia socialista siempre respaldó las opciones conservadoras del nacionalismo, en Catalunya o Euskadi. Ahora agregó al españolismo más rancio entre sus socios preferentes. Como todos ellos, tiene en mente el país burgués de un pasado que no da indicios de retornar. Los destrozos sociales han cambiado el panorama, amenazando eternizarse. La función de Sánchez, la Parda Susana y Ciudadanos es perpetuar la miseria y la precariedad, a cambio de promesas de difícil cumplimiento.Ante el último de estos favores prodigados al nacionalismo conservador, los barones, en la persona del retrasado mental Fernández Vara, han puesto el grito en el cielo. Màs terreno aunque no más lógico, Sánchez procura avecinar a los alicaídos soberanistas y los mortecinos independentistas (según admisión del propio Puigdemont) a sus planes.
La maniobra de la ex Convergéncia Democrática-de nombre cambiado y almita intacta-, en la persona de Más, es camuflar el cambio de rumbo, evento para el que los socialistas ponen el hombro, manifestándose más hábiles que el PP. Obras son amores, u horrores, según se mire. Para Ada Colau y otros, entre los que me cuento, la nueva movida aleja la posibilidad de que gobierne España un Frente de Izquierdas, con independencia de lo que suceda entre Podemos y la rémora del PSOE. Las mañas de siempre han vuelto por sus fueros, a la hora de un cambio tan necesario como poco probable.
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