LAS LLAMAS DE LA HISTORIA

La contradicción entre pensamiento y acción graba a fuego los tropezantes inicios de Podemos, fruto de un secuestro capitalizador del 15 M y las mareas con fines clientelares. A diferencia de muchos líderes políticos, la cúpula de la formación nace desde un núcleo de profesores y adjuntos de la Universidad Complutense, junto a las tertulias televisivas. La trayectoria de Pablo Iglesias es de origen mediático, sin previos combates desde el llano, y ni siquiera de leves penas de cárcel. Sus laderos ostentan una emergencia posterior, aunque Monedero y Errejón hayan asesorado a gobiernos populistas latinoamericanos. La rápida adaptación a las normas dictadas por la oligarquía española vino a suplementar la debilidad del PSOE y la izquierda parlamentaria de orígenes carrillistas. Empero, la estrategia totalitaria de Podemos aspira a controlar, desde el sufragio, mezclado con muchas mentiras y algunas verdades, el centro y la izquierda al completo, negándose a reforzar cualquier Frente Social Republicano y de Izquierdas a la vista. En ello, coinciden con la extrema derecha y los socialistas. Semejante Frente Unitario recordaría el popular de 1936, demonizado por los años del franquismo y el miserable apaño de la Transición, con su reparto de poderes y su voto aborregado, lastre de la fractura social y la despolitización masiva durante cuatro décadas, entre la extrema derecha y la reinvención del socialismo más conciliador. En favor de una España coronada por voluntad dictatorial, especialmente et corrupta de origen, a tenor de su dependencia del pasado. Por las venas de Iglesias y su tropa de pólvora mojada, circula a sus anchas el siniestro ADN de la derrota republicana. Desde el punto de vista teórico, su cultura política de manual friega un suelo demasiado sucio para brillo alguno.

Sin embargo, las aspiraciones de poder en estos castrati se han realizado para sí, ante la actual debacle del sistema y su ausencia de recambios. El otro no lo conseguirán, a menos que la crisis se agrave aún más, para lo que falta tiempo, nuevos alcances de la miseria popular, y mucho dolor. Ellos, como de costumbre en los que comen caliente y bajo techo cubierto, pondrán muy poca miseria y dolor en la balanza. Evitan caer en la cuenta que la mayoría de los iluminados por el fuego de aquella inteligencia que alimenta un ego superior al de su valor real, terminan devorados entre sus llamas.

Al revés de lo que muchos estiman, creo que el fracaso de Syriza les favorecerá en sus propósitos más conservadores. Los del principio han desaparecido, y sus capitostes lo reiteran, servilmente y a cada instante ante sus amos en la sombra, atacando los símbolos y banderas proletarias de un pasado donde el combate social conquistó ciertos beneficios para los asalariados. 

Nacidos para reforzar el temporal sufragio paneuropeo y su tinglado lobysta, morirán con él, aunque como tantos, tarden en ser enterrados por la Historia.