Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

jueves, 28 de enero de 2010

Prologo a la Edicion Argentina de Perón. Luz y Sombras. Volumen 1


He querido recordar al querido amigo e inspirador de mi obra reproduciendo su prólogo para una teórica edición argentina que jamás se realizó. Por fortuna, "Tito" leyó el segundo volumen antes de fallecer con 79 años en Buenos Aires, rodeado de los suyos e ignorado por las necrológicas de los periódicos de su País, para vergüenza de sus hombres de prensa y políticos. En cinco de las siete visitas que realicé a Buenos Aires disfruté de su compañía y permanente aliento. Era un porteño de los de antes con una vida llena de experiencias y valores. De hecho me brindó antes de conocerle una parte de esa vitalidad, mediante su libro "Mercante, el Corazón de Perón", obtenible en las librerías porteñas. Coincido en el enfoque, y cuándo le decía que su obra era más importante que la mía por haberse anticipado a lo que después realicé, me decía:

"Dejáte de joder "Nano", vos sos Hemingway".

Destaco que cumplí sus expectativas historiando el cenit peronista y su deriva. El maestro lo esperaba y el alumno cumplió. Puede que más adelante otros lo hagan mejor.

Por ahora y pese al desdén inaudito de gentes de allá y de aquí, "Tito" querido, nadie nos ha pisado el poncho...

Palabras del Doctor Domingo Alfredo Mercante para la edición del primer volumen de "Perón. Luz y Sombras"


Cuando Joan Benavent me pidió que prologara su obra desde aquí, me invadió una agradable emoción. Hoy, después de leer su contenido aquel sentimiento se transformó en deleite.


Se dice que a medida que al hombre lo va alcanzando la madurez, recuerda con mayor facilidad los episodios vividos en su infancia o adolescencia que aquellos más próximos, y noto que al ser víctima -o beneficiario- de ese estado, mas útil he resultado para Benavent en esta bella obra.


En 1943, año en el que se produjo la Revolución que llevo a Juan Domingo Perón a la Presidencia de la Nación, era yo un adolescente con 16 años de edad. El acontecimiento que nos sorprendió a todos los argentinos aquella mañana lluviosa del 4 de junio, poco llamó mi atención. Estaba finalizando los estudios secundarios, y mi pasión por la historia del país me condujo a evaluarlo como la repetición de aquél otro levantamiento militar ocurrido 13 años atrás, y que se mantuvo como comentario diario hasta el momento de este otro.


Mi familia estaba integrada por mis dos abuelos paternos, y don Domingo era el hombre del riel que lucia orgullosamente la condecoración que le había concedido la Infanta Isabel al conducirla, en oportunidad de su visita al país en festejo del centenario de la independencia en 1910, a la ciudad de Luján, sede de la Virgen protectora del pueblo argentino; mi abuela doña Flora, en tanto, la típica y fiel esposa que a fuerza del fruto del trabajo de la pareja acumulaba despaciosa pero firmemente, bienes inmuebles hasta alcanzar el numero de 18. Mi padre Domingo Alfredo, educado en ese ámbito y militar ponderado, respetuoso de las leyes que regulan los destinos de la comunidad, estaba un poco más a la derecha del gobierno recién derrocado, por lo que no me alarmo en demasía el acontecimiento.


Por lo demás, sabido es que los hechos más incomprensibles no actúan sobre nuestra razón si se operan todos los días; y Argentina, lamentablemente, es un país que desde 1810 vive de manera poco pausada tales capítulos.


Pero el desarrollo de los hechos posteriores llevaron a mi padre, el Coronel Mercante, a desempeñar trascendentes actividades en el nuevo gobierno, y en 1944, ya estudiante universitario, algo más que la curiosidad me condujo a acompañarle en su diario quehacer, actividad que mantuve hasta 1952, haciéndose más intensa mi participación con el curso de los años.


Viene ahora Benavent a refrescar aquellos recuerdos, de hechos en los que pocos ciudadanos participan cuando están protagonizados por el Poder (así, con mayúscula), "dominio, imperio, facultad y jurisdicción que uno tiene para mandar a ejecutar una cosa" según la primera acepción que el diccionario de la Real Academia Española da de esa palabra, peligrosamente atractiva y origen de tantos beneficios y maldades.


Este extraordinario hombre que es el amigo Benavent, interpretó con profundidad y estilo impecable el acaecer del peronismo desde los años iniciales en los que el "Líder" se educa, se forma y se manifiesta como tal, hasta aquel de mayor brillo: su ascensión al poder total, la Presidencia de la República.


Espero ansioso que con igual maestría nos describa pronto los del cenit y los del derrumbe. Nunca será bastante para los hombres la enseñanza producto del exceso en el ejercicio del poder, a pesar de que sólo sería necesario para ello recordar conceptos tan antiguos, como el que señala que los buenos fines sólo pueden ser logrados usando de medios adecuados. El fin no justifica los medios por la sencilla y clara razón de que los medios empleados determinan la naturaleza de los fines obtenidos.


Pero no deseo apartarme del elogio ganado por Benavent. Volcó en su trabajo la misma atención y placer que mostraba en nuestras conversaciones; en su examen de constancias fotográficas y documentales sobre cada hecho, cada acontecimiento que marcaba la senda del ascenso de Perón al liderazgo político y al poder. La satisfacción se reflejaba en sus ojos y en observaciones que permitían adivinar una acertada conclusión: el castigo no consiste en la des posesión de lo que ya se poseía, sino en el alejamiento de algo que hubiera podido alcanzarse de no haberse cometido el error; porque las reformas pueden liberar a los hombres de un sistema pero también inducirlos a males de otra naturaleza.


No espere el lector que se sumerja en estas apasionantes páginas encontrarse con un simple relato de la vida y obra de Juan Domingo Perón. La obra de Joan va mucho más allá; no sólo analiza una posición política utilizada como símbolo e instrumento del poder, sino que lo hace también acompañándola con la virtud, la que, unida al discernimiento, ha iluminado a los hombres que han estado más cerca de la libertad.


Adelante querido lector. Llegará usted, tanto a la riqueza del espíritu humano como a la de esa inmensa fuente del mal, que es la codicia del poder y la sed insaciable de éxito y dominación personal.


Habrá asistido así al nacimiento, formación, desarrollo y consecuencias, de la creación del "Minotauro"de Bertrand de Jouvenel.


Dr. Domingo Alfredo Mercante

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