Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

miércoles, 2 de diciembre de 2009

EL JUSTO PRECIO DEL DESPRECIO.

Uno de los impresionantes documentos gráficos de la Guerra Civil que nos legó el gran Agustí Centelles.


Enorme conmoción "nacional" por la venta del Archivo Centelles al Ministerio de Cultura, soslayando a la Generalitat y su perenne indiferencia.

Nos lo merecemos. Hasta ayer despreciamos el tesoro del gran fotógrafo. Hoy sus dos hijos son chantajeados y criticados por el nacionalismo vernáculo desde todos los ámbitos oficiales por haber garantizado su conservación y difusión.

700.000 euros fue el precio del desprecio. Lo abonó el Ministerio destinando el tesoro al Archivo de Salamanca.

Bien hecho, señores Centelles. Nuestros políticos han negado durante años el valor, el talento y la entrega de vuestro progenitor. Ahora su legado pertenece a todos los españoles. Los que en Catalunya nos sentimos, sin desestimar raíces propias, y los que se inventan otras con pretextos diversos.

Lo cierto es que los inventores de una nación que sueñan monilingüe, brotada como un clavel del aire, han dominado la escena catalana durante décadas. Aún lo hacen, desestimando su carácter integrador y pasible de influencias altamente constructivas en todos los órdenes.

El resultado de la fábula es un tremendo empobrecimiento cultural y, en consecuencia productivo. Una cosa va unida a la otra. Ahora agitan furiosos un Estatut que debe ser convalidado por el Tribunal Constitucional. Doce periódicos locales lo exigieron en su editorial mancomunado, en medio de amenazas soberanistas e independentistas dirigidas al TC y el poder central. O sea, los que no movieron un dedo para que el patrimonio de Centellas fuese conocido por todos los que habitamos este rincón del mapa, se rasgan las vestiduras.

El nacionalismo catalán, de izquierda a derecha manifiesta escasa pasión cultural. Viven en su burbuja fóbica, tan empobrecedora para la comunidad. El claro favoritismo absolutorio en el escándalo Millet ha descubierto las pústulas de esta malsana pasión, envuelta en una Senyera patrimonializada por unos cuantos aventureros de la política. El estudio de la Guerra Civil les importa un pito. De ahí el ninguneo a Centelles. Ellos están para medrar y crecer entre la ignorancia de sus conciudadanos.

El nacionalismo cerril no se ha caracterizado por promover hombres brillantes y emprendedores en ningún territorio del planeta. Su entraña funcionarial, elitista y contraria a la moral social, lo impide. Con esto no salvo al nacionalismo español de sus responsabilidades y orígenes, claramente tributarios del franquismo, aunque sus popes y voceros lo disfracen con ropaje liberal.

Pero hoy no toca polemizar con el PP, El Mundo, La Razón, Libertad Digital, Gaceta, o incluso el ABC. Son los conocidos de siempre. Odian cualquier idioma, folclore o código que no sea el suyo. Ellos resolverían cualquier crisis realizando estropicios, sin respetar sentimientos que no desean entender ni aceptar.

Aquí y ahora me interesa lo que nos pasa, y los que nos pasa es grave. En todo el mapa y el que comprende nuestros propios confines autonómicos.

Lo de Agustí Centelles nos toca de cerca. Es una muestra más de cómo el viento liberal de izquierdas que llegó con la Transición se ha escorado para al fin pulverizarse. Lo decía horas atrás el veterano roquero "Loquillo" en la TV de L´Hospitalet.

"En los primeros ´80 Catalunya dejó de ser un referente artístico. Hubo que irse".

Yo retorné desde Buenos Aires en el ´82, cuando aún soplaba el viento, transformado ya en brisa. El nacionalismo y sus fobias hicieron el resto en todos los apartados.

No me fuí. Y aquí estoy, camino a mi octavo libro tras publicar seis, y setecientos artículos blogueros de opinión en los últimos dos años; ignorados por la elite y sus cacatúas literarios.

Desde luego amo Catalunya y amo a España. Pero por sobre todas las cosas amo la justicia, el talento creador y la equidad social, más allá de los límites de mi casa.

Lo importante no es que un alto tribunal nos otorgue consideración nacional, sino abrirnos al mundo, y parte del mundo son las otras naciones y regiones de España.

Ante el desafío, lo que falle en TC en relación con el Estatut y su articulado tiene poca importancia. Lo realmente vital y decisivo -y la presente crisis lo exige más que nunca- es crecer, y sobre todo capacitarse para retomar el puesto de vanguardia cultural y productiva en esta pequeña Nación de Naciones.

Una España a la que incluso pertenecen los que no quieren pertenecer. El brete es más serio de lo que semeja a primera vista. Habrá señores, que dejarse de xoder pues el tiempo vuela.

Catalunya es inviable sin España, y España es poco viable sin Catalunya. Y sin el archivo de Agustí.

¿Nos entendemos?

No hay comentarios: