Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

miércoles, 16 de diciembre de 2009

EL HUMORISTA, LA MARIONETA Y LA MARIPOSA DE HIERRO.






Caricatura del Gran Wyoming, foto ampliada del hierático Hermann Tertsch, y la falsa sonrisa de Esperanza Aguirre.
Reapareció el convaleciente Tertsch en "Telemadrid", presentando el "Telediario Nocturno" desde el lecho hospitalario con un ataque a Wyoming.
Ya lo dije, es un juguete roto, lo que no implica el rescate del container si les sirve.¿A quiénes? En primer término a Esperanza Aguirre Gil de Biedma, Presidenta de la Comunidad de Madrid, situada a la extrema derecha del arco político y la propia formación del Partido Popular. En segundo término, a esta derecha lepeniana, presente ya en varios medios. En sus filas colaboran activamente gran cantidad de "arrepentidos" y "derivados" hacia el sendero sin retorno del descreimiento y la vergüenza.
En previo post condené la manipulación humorística de Wyoming, situada en importancia muy por detrás del contenido provocador vertido por el señor Tertsch; un envite digno de "Harry El Sucio", George Bush y Dick Cheney.
No hay prueba alguna de que la agresión nocturna al periodista en un bar de copas gay fuese motivada por el exceso de Wyoming.
En cualquier caso, la manipulación de imágenes y voz era obviamente disparatada, a diferencia de la real algarada violenta de Tertsch; consecuencia de un estado de ánimo visible desde mucho antes; el que probablemente colaboró después junto a cierta ingestión de alcohol, a precipitar el incidente nocturno.
Habiendo cronicado una contienda fratricida devastadora en el teatro de operaciones, su incitación a la justicia por mano propia fue doblemente gravosa. Por norma vital y experiencia debiera detestar cualquier conato bélico o sangriento. Para enfrentar el crimen o el terrorismo están las fuerzas de seguridad del Estado.
Un comunicador no puede investirse imaginariamente de "castigador" en este país, bajo ningún concepto. Sin embargo, a Aguirre -que manda y ordena a su antojo en la TV local- le debió parecer tan aceptable el vertido, como en sentido contrario la humorada de "La Sexta".
Ahora, Tertsch, resentido con "El País" y con la vida, se presta dócilmente a ser manipulado por quien le paga el sueldo, sin dar muestras de arrepentimiento alguno. Es el títere ideal en la presente circunstancia.
El asunto me sigue apenando. En cambio me indignan las personas como Aguirre o el provocador Jimenez Losantos, junto a todos los que utilizan una clara patología y el incidente de taberna -aún no aclarado por el damnificado- para cargar contra el mejor humorista de la TV española.
He observado, dicho sea de paso, a Antonio Elorza en Telemadrid condenando a "La Sexta" por el incidente.
Por mal camino vas, Elorza, si te dan voz en "Telemadrid". Pronto irás a parar con tus catedráticas canas a "Intereconomía", "La Geceta" y quién sabe a "El Mundo" o "Libertad Digital", cómo tantos ex comunistas poco equilibrados y siempre tan acogidos por variantes de la caverna mediática.
En realidad los lepenianos españoles son dueños de una rigidez expresiva común, aunque amaguen reír en ocasiones. Sin embargo, no todos presentan síntomas tan rotundos de extravío personal. En cualquier caso, verlos, escucharles o leerles las desgracias no es un placer; aunque haya que seguirles el rastro de mala baba y enfrentarles con razones debidamente contrastadas.
A partir de su incitación al crimen (pese a afectar terroristas, lo es) y establecido el diagnóstico, el señor Tertsch me resulta indigerible. En su irremisible caída, ya consiguió el respaldo de la figura femenina, dominante y flamígera que nos lo brinda, desde su cadena y convaleciente aún, en primoroso pijama.
Es una víctima, claro, pero ya de sí mismo, no de alguien en especial, pues no exhibe prueba alguna contra el agresor, sin dejar de sugerir que al Gobierno y la izquierda les cabe cierta responsabilidad en el deterioro de sus costillas y el pulmón.
¡Qué patético y objetivamente miserable es el sainete! ¡Qué ofensa al decoro y la verdad en nombre de las conveniencias y las miserias más sórdidas!
En vista del caso, desde ahora voy a ignorar absolutamente a esta "víctima", sintonizando a Wyoming toda vez que mi tiempo lo permita.
Tertsch no tiene remedio. En cambio, su sátiro es ocurrente y divertido.
Pese a desbarrar en ocasiones, el humor bien hecho favorece la oxigenación de la inteligencia y de paso, genera catecolaminas.

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