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jueves, 26 de noviembre de 2009

CARLOS FAYT: UN PERDURABLE CRIOLLO DE LEY

Con noventa y un años y tantos de entrega al país, el veterano ministro de la Suprema Corte de Justicia sigue representando la mejor argentinidad.

Hugo Moyano, gorila mayor del kirchnerismo se ha permitido cargar contra la Suprema Corte esgrimiendo argumentos de clase, naturalmente torcidos, tratándose de él.
En su afán por sindicalizar a quién se le ponga a tiro, desgajándolo de su propia organización y proyectos, intenta sumar a su rebaño a los empleados de la Corte, tildando a ésta de "reaccionaria". Su Presidente le ha contestado cómo se merece, recomendándole que lea su clásico "La naturaleza del Peronismo".

El longevo (y tan activo) doctor Fayt es autor de unos 30 textos; en mi biblioteca atesoro dos, de permanente consulta. El referido trabajo, y "El político armado", que reseña la política argentina desde 1960 hasta el ´71. Ambos -en especial el primero- son imprescindibles para entender lo que el propio título invoca. Figuran entre mis lecturas destacadas en la preparación de mi obra sobre Perón y el país de esos años. Los había devorado en los años ´60 y ´70, recuperándolos para mi biblioteca barcelonesa durante los viajes a Buenos Aires.

De prosa que desgrana formulaciones exactas con elegancia y notable acopio de material compilando intervenciones de personajes clave en la historia del peronismo y el país, las labores historiográficas y literarias de don Carlos lo revelan como uno de esos criollos moldeados en una fragua que por momentos parece extraviada en el tiempo. El bien durable inextinto que perpetúa la voluntad humana, y ante todo la humildad.

Fayt vive en un pisito del barrio de Palermo y posee otro, también modesto, en un balneario vacacional. Sus diferencias con el ostentoso Moyano rebasan largamente las ideas políticas para afincarse sólidamente en el concepto del honor y la moral social (desde donde nacen las mejores y más útiles al prójimo)..

Admirador del socialismo que supieron honrar (con sus más y sus menos) grandes figuras de la talla de Nicolás Repetto y Alfredo Palacios, es un liberal en el mejor (y más olvidado) sentido de la palabra. También un docente entregado a la enseñanza; por eso recomienda al pedestre Moyano -probable lector de la guía turfística- que eche una ojeada a su obra mayor sobre el peronismo.

Ante el envite, el camionero millonario e indigente cultural, diestro en mandar bravucones a crear grescas y proyectar sobresaltos callejeros en nombre de la Patria, acabó respondiendo "haber leído mucho a Perón". Obviamente no captó aquello que Fayt sugirió. Pues a Perón no hay que leerlo para interpretar qué clase de herencia brindó a sus compatriotas.

En cambio "La naturaleza del peronismo" es un clásico que entre otras cosas me ha permitido explorar (cómo a tantos) al sepultado prócer, su tramposo legado, y las calamidades que no cesan.

Estimo, debiera la obra entera de este notable argentino (me refiero al doctor Fayt) ser lectura recomendada en la enseñanza media y superior, para entre otras cosas, entender correctamente el devenir nacional; sobre todo un legado que desde hace casi setenta años pesa como una losa sobre el presente y el futuro: el peronismo, al que pertenecen quienes hoy gobiernan o mayoritariamente se le oponen.

Todos ellos se reclaman herederos de una tradición muy poco autocrítica con orígenes y posterioridades. Una de las principales claves de la naturaleza que tan bien analizó Fayt y luego nosotros, es justamente esa mixtificación, trasvasada, si se quiere en "sentimiento" y veneración de un ayer cada vez más remoto.

Pero en medio de este charco de clientelismo y corruptelas, dónde en estos días tantos chapotean a sus anchas invocando una justicia social que contradice la brutal realidad de una sociedad empobrecida, Carlos Fayt preside la Suprema Corte de Justicia. Lo hace desde 1983, recién fundada la nueva democracia.

No siendo un político profesional sino el integrante de la judicatura sujeto a las Leyes republicanas, el señor Fayt resguarda junto a sus pares la dignidad y equilibrio que la Corte no conoció en previas décadas. En cambio, Moyano, siervo del poder y usurpador de títulos que corresponden a la dignidad histórica de la clase trabajadora, representa el arbitrio, la violencia, la corrupción y la injusticia que Argentina debe extirpar de su vida social y política, para volver a ocupar el lugar que merece en el concierto latinoamericano.





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