Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

domingo, 22 de noviembre de 2009

LOS PRESUNTOS SALVADORES DE LA PATRIA IMPERIAL.





En la vista superior las egregias figuras de Alberto Ruíz Gallardón, María Dolores Cospedal, Esperanza Aguirre, Mariano Rajoy, Francisco Camps y Rita Barberá. Abajo y de izquierda a derecha, lucen tipo Sáenz de Santamaría, Rodrigo Rato, Cristobal Montoro, Rajoy y Cospedal. Sólo falta agregar la amputada mano derecha de Camps (Juan Costa), los engaryolados por la trama Gürtel y el lujoso Ferrari del peripuesto Presidente valenciano.

El dramático rescate de los pescadores españoles por parte del poder judicial y el Gobierno Socialista ha merecido incesantes críticas por parte del señor Rajoy y demás voceros del PP. La derecha española arremete contra una gestión oficial golpeada por la crisis económica y sus 4.150.000 parados. Que los socialistas no promovieron un cambio en el modelo productivo es tan real como la simétrica conducta de Aznar y sus gobiernos.
Empero, nadie que viva aquí se cree que la cifra refleje una realidad económica que, de ser tal promovería impresionantes disturbios sociales. En realidad el 30% de la economía se realiza en negro, oculta para los controles de Hacienda. Es decir que, parte de los desocupados que cobran (o no) el paro, ingresan pagas temporales o suplementarias.

Los bonetes del PP lo saben. Pese a lo cuál, insisten en la necesidad de promover reformas laborales que faciliten el despido y la contratación de fuerza de trabajo. El nombramiento de Rodrigo Rato como director de Caja Madrid le sitúa en buena posición de cara a los proyectos electorales que desenvuelve, a trancas y barrancas, su formación.

El actual PP es un conglomerado de tendencias conservadoras y centristas sospechosas de corrupción. A diferencia del PSOE y su filial catalana (el PSC), no ha depurado a quienes debía. Tanto Esperanza Aguirre (sospechosa de espiar a sus rivales madrileños) como Francisco Camps (complicado en la Gürtel, según las grabaciones ordenadas por el correspondiente juzgado) conservan sus puestos como si nada ocurriera. La romería de Camps al volante de su lujoso Ferrari en compañía de la alcaldesa valenciana Rita Barberá manifiesta el desdén de esta gente por la opinión pública. Días atrás, el Presidente valenciano había acusado en las Cortes a un diputado del PSOE, de desearle muerto y arrojado a una cuneta. Esta clara referencia al asesinato de Calvo Sotelo por bandas armadas del PSOE en las vísperas de la Guerra Civil desnuda la triste realidad de la derecha de este país, heredera de Franco y de una Transición que -entre otras cosas-, le ha impedido modernizarse mediante el debate y la autocrítica. Ayer nomás, un concienzudo estudioso de la economía y gran amigo me comentaba el remedio que el gobierno conservador de Ángela Merkel había puesto al paro, rebajando por Ley las horas laborales en Alemania, mediante costes financieros que asumía por partes iguales el Estado, los patronos y los sindicatos. Sin ser la panacea, el keynesianismo de esta providencia lejos está de las cabezas empresariales españoles y su ala política derecha. La reciente aparición de "Gaceta" un matutino (reciclado desde una hoja periódica del Grupo Intereconomía) acentúa esta ruta, convergente con los que promueven un ajuste duro y la paulatina destrucción del cierto estado de bienestar que aún pervive entre nos.

Los ataques del sector en pleno contra la solución final brindada al secuestro del "Alakrana" por el que se pagó un rescate que ronda los tres millones de euros (asunto que niega el Gobierno) integra esa visión cerril de asuntos propios y ajenos.

Las tropelías de los piratas somalíes son parte del grave desbarajuste que padece un Estado pulverizado por guerras intestinas y varias invasiones foráneas de tipo imperial. Estos bandoleros del mar sin otra ideología que la de robar y secuestrar para sobrevivir, drogarse y beber, deben ser naturalmente apresados y juzgados. Pero la indudable complicidad de las potencias que depredaron la tierra y aguas de Somalía con la hecatombe es incuestionable. El Gobierno socialista adoptó la mejor solución al caso, pese a las iniciales vacilaciones y los malos consejos del señor Gordon Brown, descendiente -cómo no- de los piratas y corsarios británicos que saqueaban y hundían naves de la Armada Española siglos antes.

De todo esto, lo más preocupante no son las evidentes fallas, marchas y contramarchas de Rodríguez Zapatero, las de su Vicepresidenta o el tan ambiguo señor Moratinos, sino la falta de coherencia y honestidad política Mariano Rajoy y su plana mayor. El cinismo de vetar unas escuchas realizadas bajo mandato judicial y previstas por una Ley aprobada justamente por el gobierno de José María Aznar, desvela (para colmo, acentuado por las ilegales que ordenó por cuenta y riesgo la señora Aguirre sobre Ruíz Gallardón y los suyos) una permanente desmemoria.

Es la que acusa este PP temulento, cerril, antiabortista y absolutamente ajeno al mundo que nos rodea; herencias no admitidas de un brutal régimen dictatorial que pretendía desconocer la miseria en la que vivían sus gobernados, disfrazándola de glorioso futuro imperial, resta alternativas a un poder socialista en horas bajas.

También, claro, al porvenir.

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