Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

viernes, 6 de noviembre de 2009

LA OBSCENIDAD.

Hombres de Moyano (hijo) custodiando celosamente los portones de una distribuidora de periódicos. Aparcado junto a la acera y desde un patrullero policial, el agente observa sin intervenir.

Mientras la CGT y el gremio de los Moyano se refuerza en la calle con el respaldo oficial, tras bloquear durante horas Pablo (hijo de Hugo) la entrega de "Clarín" y "La Nación" a los quioscos y paradas, nos llega la frase de Cristina Fernández tachando de "obscenas" las notas y documentos gráficos o televisivos de la miseria.

Cómo si lo obsceno no fuese la miseria misma, sino la manera de exhibirla.

En su verborrea durante una visita al Hospital de Quilmes, la Presidenta agregó:

"Más allá de lo que nos quieran mostrar monocordemente, si la gente hubiera creído lo que le decían los medios durante la dictadura, todavía estarían los que estaban gobernando".

Cierto; aunque omite mencionar lo que repetían una y otra vez los partes oficiales desde la Casa Rosada o los órganos represores, bajo estricto control militar.
Ahora, que los militares han vuelto definitivamente a los cuarteles hace ya 26 años, la gente parece considerar más creíbles a los medios que al oficialismo. Así lo probaron los votos recientes.

Tras la clara derrota, los mensajes que lanza el aceitado aparato gubernamental no paran de atacar a los medios; en especial a los opositores. Primero fue la sanción de una Ley que penalizaba los fusiones. Luego el proyecto que modifica las reglas de juego electoral. Ahora, sus "pasdaran" gremiales bloquean las cadenas de distribución de dos importantes matutinos.
¿Le cree la gente a los Kirchner, o cree a los medios que critican la gestión gubernamental?

Si durante el llamado "Proceso" los medios masivos de comunicación estaban bajo control dictatorial ahora, en democracia, cabe pensar que manifiestan su libre opinión, y el que no sea coincidente con la del gobierno nacional radica en su mala gestión de la cosa pública.
No obstante, los Kirchner manifiestan su odio contra todos los que no piensen como ellos. En este campo, son discípulos de pleno derecho del que una vez fue dictador, luego exiliado, y de últimas agónico patriarca de fugaz rentrée.

En 1951 la furia del Líder movilizó cuadros gremiales contra el diario "La Prensa", no parando hasta expropiarlo, para después regalárselo a la CGT. Con la estatización de la hoja cesó prácticamente toda oposición frontal al régimen.

Si bien el presente cuadro mediático es diferente en un país que ha cambiado, los métodos peronistas no lo han hecho en concordancia. Los Moyano y estos miserables piquetes son su reflejo.
La señora Fernández, representante política de una de las fracciones justicialistas en el poder, refrenda el método autocrático y lo que implica con estas palabras.
"Hay dirigentes políticos que se prestan tontamente a ese juego, creyendo que por eso puede crecer un partido o un personaje político, contribuyendo al desprestigio del estado y los partidos".

Es obvio que ella y su marido no creen en el debate y mucho menos en la polémica. La cualidad los arrima estrechamente al pensamiento vivo de Perón. La diferencia cualitativa en el punto, radica en los que eligen movilizar para doblegar a sus enemigos.

El primero contaba con 5.000.000 de trabajadores sindicalizados y una mayoría aplastante de votos. Esa ventaja le permitía maniobrar sobre muchos dirigentes obreros. Por contra los Kirchner tienen a su disposición camioneros y piqueteros. Los últimos no están sindicalizados y tampoco tienen un puesto de trabajo que les permita detener la producción, pese a que puedan bloquearla o demorarla.

Hasta ahora han brindado servicios como fuerza de choque contra las movilizaciones rurales. Las embestidas son empero, débiles. En cambio, movilizaciones como la de Kraft Foods o la de los subterráneos cuentan con una base propia de organización; por eso en el primer caso la huelga y agitación masiva pudo aguantar meses.

Son combates librados contra la obscenidad. Opuestos a lo que señala aviesamente esta mujer. Ella y el consorte nunca pasaron hambre, ni frío, ni nada que los arrime a la penuria; como sí pasaron en la niñez, Perón, Eva Duarte, y muchos, muchísimos argentinos.

La injusticia social es obscena. El hambre clama por la enfermedad y la muerte. También el despido masivo, la permanente desocupación o el trabajo esclavo por unas monedas, y la miseria de muchas familias en un país que lo tiene todo para triunfar, menos una élite dirigente que mire al futuro y abone el presente sembrando honestidad y acertada gestión.

Lo más obsceno de las miserias encumbradas, sea cuál fuere su investidura, consiste en ocultar la verdad y el dinero mal habido en oscuros negocios realizados en la sombra y bajo el amparo del poder.

Quizá el empeño de los Kirchner en retener posiciones a cualquier precio, radique en el miedo a perderlo todo, una vez concluido el periodo presidencial de la señora Fernández.
La actual deriva de Carlos Saúl Menem quedaría a la altura de un suave contratiempo en vista de lo que se les viene encima.

Eso sí. Nunca será demoledor, si el combate contra la obscenidad y los personajes obscenos no acierta el rumbo...






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