Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

miércoles, 26 de noviembre de 2008

CLARK GABLE Y BUSTER KEATON, EN CINEGRAF Nº8. NOVIEMBRE DE 1932

Clark (sin su leading lady Joan Crawford) pitando durante un descanso, a punto de rodar la escena final de "Amor en venta"(Possessed). El comentario del cronista, siempre ajustado y elegante. Al instante lo acompaña una caricatura que no pertenece a la redacción, sino a Film Fun; detalle que aclara la gentil referencia.


Buster en sugerente contrapicado no comment, que pinta entera su soledad; artística (en la MGM) y personal (a causa del irrefrenable alcoholismo tras el divorcio de Natalie Talmadge), en los aciagos días de 1932.

Dos páginas del prodigio editorial bastan para apreciar un concepto artístico aplicado a las ediciones de Cinegraf. Pessano y su tropa las gastaban así. Las mejores fotos y los ángulos más plásticos (acompañados en el caso de Gable por una caricatura proverbial) se sucedían número tras número en ediciones que no volvieron a repetirse.

Considero que Cinegraf fue al cine lo que Borges a la Literatura.

En aquel país estriado entre gentes cultas y adineradas que ignoraban oficialmente la menor brizna de miseria, la cultura era el preciado bien de unos pocos. El fruto de la dominación y la supremacía. Lo ideal -con frecuencia enemigo jurado de lo posible-, hubiese comportado el equilibrio de los factores de producción (como diría después el coronel Perón) y el acceso de todos los argentinos al refinamiento y el deleite estético e intelectual.

No fue así. Y el advenimiento del peronismo fue incapaz de asimilar -dada su naturaleza y perspectivas- parte de este otro universo al propio.

Desde mi formación cultural aplaudo sin reservas a Cóppola y Cinegraf. Con el ex yrigoyenista Jorge Luís Borges, median pendencias. Obviamente todas mías en relación con su ideología y para él desconocidas for ever, pues la vecindad con Borges, siempre encerrado en sí mismo, nunca cruzó la casual barrera de nuestros dorsales, distanciadas por dos mesas, varias sillas y algunos copones de Cerveza en alguna confitería de la Avenida Santa Fe, que frecuentaba cada uno por su lado.

En sus incursiones públicas, alrededor del ya invidente Georgie y su proverbial bastón, revoloteaban jóvenes estudiantes ansiosos de asimilar sus misterios; los que nunca me interesaron por una razón fundamental.

Este señor, refinado producto de un país de vacas gordas y peones flacos, ha sido cómplice de las más feroces dictaduras que han asolado el gran territorio austral. Muy duro con Perón; flexibilísimo con Jorge Rafael Videla y sus monstruos. Eso es en sustancia Borges, sin la belleza del excepcional maquillaje literario y las agudas cláusulas pesimistas.

La cuestión es emocional, y su base, ponerse en el complejo y difícil lugar del otro partiendo de la abundancia. Del que a nadie considera por su escaso pecunio, aunque la suma de la desconsideración nos revele a menudo la existencia de una inmensa mayoría.

Vuelvo a Cinegraf para eximirla de cualquier infamia. De condenar este espléndido mensuario, debiera extender la penalidad a la variopinta cultura argentina de sus mejores años en el siglo XX...

Y, señores, en nombre de su ángulo fecundo, no me da la gana...

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