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lunes, 11 de agosto de 2014

LA IGNORANCIA POLÍTICA E HISTÓRICA DE LOS SERES VIVOS.



En su momento, mis dos libros en papel sobre Perón (ahora tres en Kindle) los leyó muy poca gente, tanto en España como en Argentina. Recibí de algunos críticas muy elogiosas, y creo, no era para menos. Con los que biografié la industria de Hollywood en la era de los Estudios, pasó otro tanto.Empero, la consideración de que las cosas no cambiaron desde entonces es veraz. Pocos quieren aprender. Ahora cuelgo fotos sobre varios temas. Salvo excepciones, la respuesta es idéntica. En el campo de la política, estas taras culturales se reflejan impiadosas.

La gente de Podemos u otras izquierdas leen textos académicos, como si las categorías históricas en las artes y las ciencias pudiesen reemplazar a los actores vivos que las encarnaron. De ahí que, cuando envié un post a Juan Carlos Monedero, mencionándole a gentes que omitían, respondió "Cuáles?". "Las que están más allá de tu nariz, y no alcanzan tu sentido de la curiosidad", fue mi contestación. Lo dije así para no decirle a bocajarro:"Eres tonto, imperativo y prepotente". Tengo previsto votarles a estos señores, sin dejar de considerar que, ellos, auxiliares de gobiernos populistas, no saben hurgar, fuera de las figuras tópicas y bibliografías técnicas, nada que sea apasionante. Tampoco han estudiado a fondo la Historia del Comunismo, y la franquicia española del mismo, antes, durante y después de la Guerra Civil. Salvo excepciones, de los catedráticos no han brotado textos originales e innovadores. Esas son las cosas que me separan culturalmente de las izquierdas contemporáneas. Mi mujer fue profesora durante treinta años el la UF de Rio de Janeiro, cofundando la Cátedra de Literatura Hispanoamericana. A menudo conversamos sobre el mundo académico. En ese medio, su prodigiosa inteligencia resistió las enormes cuotas de vanidad y encefalogramas planos de varios profesores. Al igual que en mi caso, navegamos contra la corriente, con la ventaja de haberme librado de impartir clases desde mi lenta y sostenida formación intelectual, llenándola de emociones y seres vivos. Al fin de cuentas, los protagonistas de la Historia son eso mismo; no otra cosa, aunque los libros de Historia y las novelas contemporáneas los conviertan en polvo.

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