Valls ajustándole el nudo corredizo de la corbata a su jefe de gabinete
Hay dos Francias. La imaginaria, que todos adoramos como gran pieza de tradición cultural, y la otra, de pasado colonialista y presente bancario acreedor, que nada debe envidiarle al Bundesbank. Detrás de Alemania, su poderío económico la asocia al viejo enemigo histórico. Destino fatal e inevitable, en el que Hollande y el carnicero Valls imitan algunos rasgos de Pétain frente a Hitler. Solo las clases populares pueden torcer este rumbo, dictado por sus grandes corporaciones bancarias y empresariales. De no hacerlo, les aguarda ser gobernados por esta grotesca Juana de Arco, en la persona de Marine Le Pen.
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