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domingo, 31 de agosto de 2014

BRASIL:TRAS UNA MUERTE, EL OTRO DUELO

                     
La sonrisa neoliberal frente a la populista

No me gusta Marina Silva. La ex telonera del difunto Eduardo Campos cuenta con dos asesores de gran importancia en su equipo: Eduardo Gianetti de Fonseca y André Lara Resende, dueño de un aras caballar en Portugal. Ambos son neoliberales de pura cepa. El último participó en la privatización de las telecomunicaciones durante la etapa nefasta de Fernando Henrique Cardoso, el otro es un consumado tatcherista. Por su parte, Silva es una evangélica de origen muy humilde. La Self Made Woman ambiciosa que intenta distanciarse de su pasado, y elige la política como medio de escalar la pirámide del privilegio y la fortuna. La muerte la ha favorecido, llevándola a un inesperado primer plano de disputa con Dilma Roussef, sin contar con partido propio (las principales cabezas del PS campista se han distanciado de ella). Tampoco lo necesita. Los grandes bancos y la agroindustria la respaldan. También Washington. Se sabe que esta dama, buena vendiendo su remoto pasado y la rebeldía hacia Lula en tiempos ministeriales asociados al PT y su gobierno, odia la inflación tanto como Merkel o el Tea Party, y que, de ser elegida por los brasileños, pondrá freno a la política americanista con otros países del entorno. Conscientes las cabezas del establishment, de que Aecio Neves (poco menos que desahuciado en las encuestas) no da la talla para vencer el populismo, apuestan por esta mulata y su pigmento, atractivo para millones ciudadanos que lo comparten en Brasil. Pero no solo ellos son sus presuntos votantes. Capas medias y altas de la pequeñoburguesía parecen dispuestos a cambiar las tornas actuales. Descontentos con el arribismo y corrupciones del PT, la tasa de inflación, el bajo crecimiento, y cierto temblor económico que padece el país, reflejado en una industria automovilística de punta y multiplicadora de la actividad productiva, parecen dispuestos a votar por esta ama de llaves de la gran burguesía y las multinacionales. Para las clases populares será una suerte de retorno a las duras épocas de Cardoso. 
Por ello, aguardo que estas encuestas actuales, en las que Silva y la actual presidenta emparejan guarismos en primera vuelta, sacándole diez puntos de ventaja a Dilma en la segunda, se reviertan. De no ser así, muchos brasileños tendrán cuatro largos años para arrepentirse. También Marina Silva. De eso, conociendo a este pueblo singular y de pocas pulgas, no tengo la menor duda.

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