La única forma posible de remontar la desgracia que uno no causa, es la de enfrentar a sus responsables.
El 15M oficializó lo que venía larvándose en España desde el 2007,
cuando los primeros síntomas de la crisis económica comenzaron a
destruir empleo, y los impagos de las hipotecas concertadas durante la
"burbuja inmobiliaria" hicieron masivo acto de presencia. Desde entonces,
y en el último quinquenio, el abandono de la molicie social remitiendo
la política al sufragio, no dejó de crecer. Masiva destrucción de tejido
productivo, precarización del mercado y miseria indetenible dominan hoy
el Estado Español, en concordancia sureña con Grecia, Portugal e
Irlanda.
El hondo descrédito del PSOE y el PP arroja actualmente
cifras pavorosas de desafección. Buena parte de esta sociedad, golpeada
por los recortes, el paro y los desahucios, no confía ya en delegar
funciones, como antaño, a los diputados y senadores. Zapatero, y sobre
todo el impresentable Rajoy (en tan sólo quince meses) han facilitado
esta desconfianza creciente. Ello implica el desarrollo de una
conciencia social y política cómo no se veía desde los días de la
Transición. Con la diferencia de que ya, el bipartidismo o las
formaciones políticas regionales dejaron de entusiasmar a los
ciudadanos. Los beneficios que hasta ahora han obtenido la izquierda de
IU, y la derecha de UPyD en las encuestas, refleja débilmente lo que se
sigue cociendo en la entraña de este país, en el que la vieja
prosperidad no representa ya el nuevo estado de las cosas.
Observar la vitalidad emergente en las creativas y rotundas
manifestaciones, desarrolladas contra las medidas del Gobierno,
devastando la sanidad y la educación, mientras crece el paro y llegan
nuevas órdenes de recortes salvajes desde Bruselas y Berlín, permite una
mayor objetividad calculando perspectivas.
El PSOE, sin líderes
innovadores y varado en su limosnero pacto ofrecido a Rajoy y sus
secuaces, no forma parte de las mismas.
Enfrentar la actual deriva
española significa plantarse ante los amos del Euro, y los poderes
financieros que hoy controlan Europa. En consecuencia, los políticos de
nuevo cuño serán parte de los jóvenes y veteranos en paro, junto a
quienes acreditemos conciencia social en la España postrada por los
grandes chorizos, y sus agentes políticos y mediáticos.
Por ahora,
el millón y medio de firmas contra los desahucios y la dación en pago,
desestimados por el PP, continúan sumando voluntades. Así como las
movilizaciones en Sanidad y Educación, o la ola de indignación que frenó
momentáneamente las leyes de Wert, y la de Gallardón ilegalizando el
aborto, sujeto a la voluntad de la mujer embarazada. Las pequeñas
victorias, es cierto, aún no se han realizado. Falta tiempo. En verdad,
son los causantes del presente desastre en este país quienes pronto
deberán echarlo en falta.
El Gobierno del Partido más corrupto y
dañino desde el franquismo, caerá tarde o temprano, abrumado por el peso
de su propia abyección, sin que Merkel, el BCE y los bancos acreedores y
locales puedan evitarlo.
Al recordarnos con insistencia su mayoría
absoluta en las pasadas elecciones generales, no hacen más que
soliviantar a buena parte de los que les votaron, creyendo promesas
incumplidas, una por una.
En el limbo privado que supone el poder
desde el plasma, esquivando periodistas, y aislados de la mayoría
social en sus juntas públicas o secretas, aguardan inconscientes
haciendo piña, a que truene el escarmiento.
Al final, se van a enterar...
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